Por Patricia Corredor Lanas
Comunicar para transformar, transformar para comunicar. Tecnologías de la información desde una perspectiva de cambio social
Víctor Mari Sáez
Madrid: Editorial Popular, 2011, 235 p.
ISBN: 978-84-7884-493-7
El libro de Víctor Mari Sáez tiene como objetivo, señalado en el prólogo (Una mirada crítica y emancipatoria), actuar en la intersección entre tres campos diversos pero claramente interconectados: la Sociedad de la Información (SI), el mundo asociacionista de las ONG y los movimientos sociales en la comunicación entendida como corazón del desarrollo y del cambio social participativo. Los dos ámbitos iniciales tienen la misión de asentar el terreno para afrontar el tercero, auténtica aportación del estudio que conecta con la propia biografía confesada del autor en su articulación vivida entre la universidad y las asociaciones sociales.
La primera parte de la obra, se dedica a revisar los conceptos, teorías y estudios sobre la SI desde una perspectiva crítica, comenzando por las tecnoutopías conservadoras, las relaciones entre la SI y la globalización, los rasgos característicos de la SI y el examen de los imaginarios sociales que enraízan en Internet y las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Este balance teórico permite al autor situar su propia perspectiva sociopolítica sobre las TIC y preparar el terreno para el análisis posterior.
En la segunda parte del libro se desarrolla un interesante examen del asociacionismo en general y en España, con distinciones capitales entre los movimientos sociales, el Tercer Sector, las ONG, que no excluye una cierta visión crítica del devenir de estas últimas y su inmersión a veces en un ambiente general de mercantilización de la sociedad.
Comunicación para un desarrollo integral y participativo
La tercera parte de la obra constituye, como adelantábamos, el núcleo central del trabajo, al abordar las relaciones entre comunicación y desarrollo desde la revisión de sus postulados históricos, funcionalistas y marxistas, con una visión dinámica que abarca desde los ‘medios alternativos’ clásicos (la radio, la televisión local, el vídeo…) hasta Internet o las redes sociales. La comunicación participativa desde la base de la sociedad, especialmente a través de los medios comunitarios, plantea el reto de la apropiación de TIC por sus usuarios con el fin de impulsar y orientar el cambio social; el activismo mediático (incluyendo el ciberactivismo) pone de relieve el alto valor del capital social e informacional para una auténtica sociedad democrática que gobierna su desarrollo integral.
Es efectivamente aquí, y en la preliminar crítica a las visiones difusionistas sobre las relaciones entre comunicación y desarrollo, cuando el autor se sitúa más claramente en las coordenadas intelectuales que asume desde su introducción en un homenaje explícito «al educador popular mexicano Carlos Núñez [a] la conexión de sus propuestas con la obra de Paulo Freire, el educador y comunicador de la liberación [con] una perspectiva teórico-práctica de la comunicación, genuinamente latinoamericana que ha sabido conectar con lo mejor del pensamiento crítico europeo y de otras latitudes».
Así, se revisa el legado de Paulo Freire en la comunicación para el desarrollo, el papel de los medios comunitarios para la participación activa en ese proceso, la evolución de esos medios en un escenario de globalización, el capital social e informacional en ese empoderamiento de las tecnologías por los movimientos sociales y la apropiación social general de las TIC.
Activismo en el ciberespacio y en el territorio
En su parte más actual y novedosa, Víctor Mari señala así que «el trabajo de los medios comunitarios en la actualidad debería situarse en la órbita del activismo mediático». Pero añade algo capital: que «el activismo en el ciberespacio es tan importante como el activismo en el espacio de los lugares [porque] la acción política en los espacios debe ser necesariamente complementaria, para evitar dos reduccionismos peligrosos».
Justamente por las tentaciones y amenazas que rodean a los medios comunitarios, históricamente y en la actualidad, esta parte final parece demasiado corta y sintética frente a la extensión de la primera parte del libro -en realidad un repaso de muchos autores y doctrinas bien conocidas-, porque impide dedicar al centro del estudio una mayor amplitud, incluyendo unas conclusiones finales que, aunque dispersas a lo largo del texto, carecen de formalización y de aplicación práctica. Se podría de esta forma haber dedicado un mayor estudio a los movimientos centrados en Internet y las redes sociales de los últimos años, incluyendo sus casos prácticos más destacados como los realizados en Latinoamérica (Argentina o México, por ejemplo), en los países árabes o en España misma con el 15-M, que permiten sacar ricas conclusiones sobre el tema tratado.
Se echa de menos así un nivel crítico similar al del resto de la obra y más detallado sobre el hipnotismo y determinismo tecnológico que ha arrasado, también, sobre el campo de los medios alternativos, con su sucesión de modas únicas muchas veces limitadas a la última tecnología disponible, con olvido de todos sus antecesoras y de su adaptación a las condiciones de cada comunidad. Más grave aún, muchos movimientos sociales han caído en la trampa de los ‘predicadores’ interesados de cada invento tecnológico para ‘inventar’ los medios alternativos, olvidando una larga y rica historia, grave clima de ignorancia que ha lastrado a muchos movimientos sociales, llevándolos a la repetición incesante de los mismos errores. La obsesión actual por las redes sociales como único soporte mediático posible para la difusión de protestas y reivindicaciones ejemplifica así la paradójica penetración de los mitos conservadores entre el pensamiento crítico.
Sin embargo, en las páginas finales, el autor deja muy clara su apuesta contraria a estas enfermedades infantiles, al señalar que «las nuevas aportaciones de la Informática Comunitaria multiplicarán su potencial innovador si se tiene en cuenta todo el aprendizaje acumulado en los períodos anteriores de los medios de comunicación (radios comunitarias y televisiones comunitarias principalmente)»; y al terminar sus últimas líneas con la afirmación de que «Es necesaria, por tanto, una convergencia entre los diversos medios comunicativos y tecnológicos que impulsan el desarrollo local (radios, televisiones, telecentros, etc.), así como la convergencia entre las diversas iniciativas y proyectos de desarrollo y participación social que se impulsan en un territorio determinado».
Artículo extraído del nº 94 de la revista en papel Telos
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