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Para leer a Armand Mattelart


Por Francisco Bernete

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Pour un regard-monde. Entretiens avec Michel Sénécal

Armand Mattelart 

París: Editions La Découverte, 2010, 294 p.

ISBN: 978-2-7071-6649-4

El libro que presentamos, Pour un regard-monde, se subtitula, para aclaración de los lectores, Entretiens avec Michel Sénécal. Pero en este caso, corresponde atribuir la autoría al entrevistado, pues se trata de una larga sucesión de preguntas que Armand Mattelart responde prolija y cuidadosamente, para dar cuenta de su obra en el contexto espacio-temporal y -muy especialmente- geopolítico en que se fue produciendo; cuenta y razón de su forma de pensar lo mediático como parte de la ideología y la cultura de dominación.

Un investigador comprometido con el mundo

Además de investigadores y profesores de Comunicación, miles de estudiantes han leído artículos de Mattelart, han escuchado sus conferencias y conocen al menos algunos de sus libros, así como ciertos episodios de su peripecia vital y profesional. Editions La Découverte, que ha publicado gran parte de su obra en francés, ofrece en esta ocasión una biografía intelectual que introduce orden y, con ello, ayuda a entender mejor el trabajo (aparte de clases, conferencias, informes y numerosos artículos, unos 45 libros, con frecuencia traducidos a varios idiomas) y la mirada mattelartiana sobre el mundo. Puesto que nació en 1936 y presenció la ocupación de su país (Bélgica), cabe decir, la mirada de un niño de la Segunda Guerra Mundial, que a sus 74 años aparece tan batallador como siempre.
A lo largo de casi trescientas páginas de recuento profesional, Armand Mattelart se muestra como le conocen los estudiosos del campo: comprometido a participar en el espacio público desde la condición de investigador y productor de conocimiento que expresamente quiere contribuir a cambiar ese estado del mundo.

Insiste el prolífico autor en vincular el derecho a la información, entre otros, al derecho de todos los ciudadanos a participar en la transformación de la sociedad. Con la vista puesta en el reconocimiento de ese derecho a participar en la transformación, Mattelart se ha ocupado en muchas ocasiones de la mundialización de la comunicación y la cultura, objeto habitual de sus trabajos, para explicar que los medios de (distribución de información a las) masas funcionan con lógica financiera y gerencial; que la concentración de medios, su integración en grandes grupos industriales, tiene como consecuencia la conversión en patrimonio particular de la información y de la cultura; y que esta circunstancia histórica hace más necesarias que nunca las políticas públicas de comunicación, pues la pluralidad mediática es un mito frente a la realidad de la concentración sin fin.

La larga entrevista sigue un orden cronológico, con el que se hace referencia a los episodios vitales que han podido ser más significativos en relación a la obra y el espíritu cosmopolita del autor, forjado en viajes a distintos continentes (entre otros, sus conocidos saltos de Europa a Chile y viceversa); en tránsitos por distintas disciplinas (estudios de Derecho, Demografía, Economía Política, Información y Comunicación) y en prácticas de investigación y docencia, pero también de participación en movimientos, foros sociales, etc. Acción que alimenta la investigación y la docencia en una espiral cada vez más abarcadora (La espiral fue precisamente el título del documental sobre la experiencia chilena, interrumpida por el golpe de Estado de Pinochet).

Sus intereses y, al tiempo, sus compromisos van de la demografía y el control de la natalidad, como cuestión geopolítica (con la correspondiente visión crítica del modelo difusionista de las innovaciones) a todo tipo de control sobre la opinión pública, a través de los medios de masas (siempre matizando que no solo a través de estos medios). De ahí a un repertorio amplio de objetos de estudio que irá abordando, en no pocos casos con su esposa Michèle o con otros colegas.

Un «crítico de tipo marxista»

Se reconoce como investigador laico, pero «marcado por la aproximación cristiana de las injusticias y de las desigualdades sociales». Precisamente, los primeros trabajos con Michèle (entre otros, sobre la mujer y la juventud chilena) contribuyen, según él, a una toma de conciencia y un compromiso político que ya no desligará de sus decisiones sobre qué y cómo investigar: las estrategias discursivas, las políticas de comunicación, la internacionalización de las industrias culturales, la colonización informativa, la propiedad intelectual, etc., siempre denunciando vínculos entre cultura y economía, industria y creación, vínculos que son pilares de un sistema de poder. El niño que conoció la liberación de su país por los estadounidenses se convertiría con el tiempo en uno de los más famosos críticos de la colonización cultural desde el éxito de Donald l’imposteur ou L’impérialisme raconté aux enfants (1976), co-escrito con Ariel Dorfman y titulado en español Para leer al Pato Donald. La denuncia que refleja las relaciones entre los mecanismos de la comunicación pública y la lucha de clases se combina con las propuestas de modelos alternativos (por ejemplo, de televisión, con Jean-Marie Piemme) y con la redefinición de ‘servicio público’.

«Crítico de tipo marxista». Así fue calificado por la Unesco cuando hacía informes para Naciones Unidas sobre el impacto de las multinacionales en el desarrollo y en la formación de modelos de consumo, considerados como cultura. Y daba importancia a las especificidades nacionales en los modelos de implantación de la tecnología (El ordenador y el tercer mundo. América Latina en la encrucijada telemática, con H. Schmucler, 1983) y, en una línea de investigación semejante, el informe Tecnología, cultura y comunicación, con Y. Stourdzé (1982). Son los inicios de la década de 1980 y, según confiesa el autor, «bajo la aparente diversidad de estudios realizados, se perfilaba una única preocupación que nunca me dejó, las políticas de comunicación y de la cultura bajo la lógica de la privatización y la desregulación».

En efecto, aunque abarca en algunas ocasiones la aparición de las tecnologías electrónicas, Mattelart las observa como elementos de la reconversión de los grandes países industrializados: a nivel mundial, como piezas de la internacionalización de las economías y las culturas; a nivel local, como instrumentos útiles para el reparto de poderes en los espacios de la producción, la educación y otros servicios sociales.

Su mirada de observador de fenómenos polifacéticos se detiene también en los procedimientos, aunque siempre como parte de un poder sistémico «para diseñar el presente y el futuro del mundo», como sucede en El carnaval de las imágenes, con Michèle (1987); en La internacional publicitaria (1989) y en su obra más conocida y traducida, La comunicación-mundo. Historia de las ideas y de las estrategias, editada en Fundesco (1994), sobre la toma de poder semántico de lo global y la expansión de técnicas de comunicación a distancia.

Una mirada dialéctica

La mirada de Armand Mattelart también es dialéctica y reivindicadora de las singularidades de cada tiempo y espacio, lo que ciertamente son coordenadas necesarias para acotar un sistema de comunicación, frente al olvido de la historia que parece condición de la globalización. La preocupación por las singularidades es un modo de manifestar su evidente preocupación por lo que pasa en ‘el mundo’ en su (diversa) amplitud. Lo que reflejan títulos como el ya mencionado La Communication-monde (1994), Histoire de l’utopie planétaire (1999), los más recientes Diversidad cultural y mundialización (2006) y Un mundo vigilado (2007), donde encara las políticas de seguridad y su actuación sobre la opinión; o el mismo título del libro que comentamos: Pour un regard-monde, que recoge la trayectoria de intelectual comprometido que escapa a cualquier clasificación disciplinar, precisamente por su apertura de miras y amplio repertorio de intereses.

No quiere pasar a la historia por haber aportado conocimientos a un campo específico del saber, sino por haber intervenido sobre el mundo abordando objetos de investigación y saliendo con ellos al espacio público de las luchas político-culturales, los derechos, los poderes y contrapoderes mediáticos, pero anclando cada objeto de investigación en la historia y la geopolítica.

Podía haber elegido otra forma de publicar su trayectoria intelectual y de agrupar sus aportaciones al conocimiento sobre la sociedad. Ha elegido hacerlo en forma de larga y ancha entrevista con una persona de distinta cultura y generación: el profesor Michel Sénécal, de la Universidad de Quebec, Montreal. Entre ambos componen así una amplia reseña genealógica (por tanto, al gusto del autor), que nos sirve para saber qué claves propone Armand Mattelart para interpretar su trabajo a lo largo de medio siglo (el medio siglo de auge de la televisión). A saber, principalmente: la contextualización histórica y geopolítica del objeto estudiado, la incursión de su «trayectoria personal en el cruce de caminos de los itinerarios colectivos» y la vinculación de la investigación con el debate público y la acción transformadora del estado de cosas existente.

Artículo extraído del nº 93 de la revista en papel Telos

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