Las visiones del mundo que los medios de comunicación facilitan a los ciudadanos son un diagnóstico de la realidad social. Pero en la práctica, dichos encuadres no son neutrales, y en el caso concreto del terrorismo en España, se ven influenciados por la polarización política. A partir de un análisis de contenido de distintos periódicos españoles de tirada nacional, este artículo plantea la existencia de una íntima relación entre medios y partidos.
El 22 de marzo del año 2006 se abría una esperanza para la pacificación del País Vasco. Un escueto comunicado de ETA declaraba un ‘alto el fuego permanente’ e instaba a los gobiernos de España y Francia a iniciar un proceso negociador que posibilitase la superación definitiva del conflicto.
El terrorismo como tema central en la política española
Alto el fuego permanente y posterior ruptura de la tregua
El Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero -como en septiembre de 1998 había hecho el de José María Aznar- se apresuró a abrir canales de comunicación con la banda e incluso solicitó al Parlamento su autorización para llevar a cabo tales contactos. El Partido Popular -al principio tímidamente y con el tiempo de una manera mucho más explícita- se opuso a todo contacto con ETA que no implicase una rendición incondicional y una entrega de las armas.
De una parte, la cuestión de si el gobierno estaba haciendo concesiones políticas a la banda terrorista (paz por independencia) se convirtió en uno de los principales argumentos de la oposición para negarse a favorecer el proceso negociador. En esta línea argumentativa se situaba la supuesta ‘venta’ de Navarra. Por otro lado, el gobierno y sus apoyos mediáticos alegaban que el proceso negociador no incluiría ningún tipo de precio político por la paz, pero que la política sería el medio para llegar al fin de la violencia y la disolución de ETA. Estas dos posiciones enfrentadas o encuadres antagónicos marcarían buena parte del discurso político y mediático de los nueve meses que duraría el alto el fuego permanente.
El 30 de diciembre de 2006, justo después del mensaje de Navidad del presidente Zapatero, que auguraba una pronta solución de la violencia etarra, la banda terrorista hacía explosionar en la Terminal 4 del Aeropuerto de Barajas, en Madrid, dos artefactos que hacían saltar por los aires todo el proceso.
El gobierno, aunque tardó unas horas en dar por finiquitados los contactos con ETA, terminaría liquidando todo canal de comunicación con el mundo etarra e iniciando un nuevo tempo político, marcado por la persecución policial de los terroristas, amén de la ilegalización de las diversas marcas electorales, a través de las cuales la izquierda abertzale ha intentado presentarse a las distintas elecciones que han tenido lugar desde entonces. La oposición parlamentaria y mediática al PSOE parece que vivió el final del proceso como un triunfo a su propuesta inicial y extendió su encuadre hasta el umbral mismo de las elecciones autonómicas y municipales celebradas el 27 de mayo de 2007.
En estas elecciones, el terrorismo ocupó un lugar central. La supuesta debilidad del presidente Zapatero frente a la banda terrorista y la imperiosa necesidad de ilegalizar Acción Nacionalista Vasca (ANV) en su totalidad se situaron en el centro mismo de la disputa política. El gobierno se defendía de los ataques del Partido Popular y de la prensa más hostil a sus intereses: lo que parecía que estaba dificultando el final de la violencia etarra era, justamente, el tipo de oposición que estaba realizando el principal partido de la oposición. Junto a este enfoque, el PSOE optaba por ilegalizar ANV lista a lista ya que, a su juicio, no se contaba con la completa seguridad de que este partido en su totalidad estuviese contaminado por la presencia de los violentos que la Ley de Partidos expulsaba del juego partidista.
El terrorismo seguiría siendo un tema de debate con gran presencia en la vida política española mucho después de las elecciones autonómicas y municipales de 2007 y constituiría el tema central -aunque no el único- de la campaña electoral en las elecciones generales de 2008.
Como se puede comprobar, el terrorismo se ha situado en el centro mismo de la lucha partidista, actuando como un importante elemento de fricción entre el gobierno y la oposición. Tal disputa no solo fue especialmente enconada durante el ‘alto el fuego permanente’ declarado por la banda terrorista ETA, sino durante mucho después. La supuesta continuidad de unas negociaciones tras el atentado de Barajas, presididas por la debilidad y las concesiones políticas (encuadre de la oposición), se contrapone a la visión del Ejecutivo, que acusa al PP de electoralismo.
Relevancia del terrorismo en la agenda pública de los españoles
A lo largo de los años, los temas que han sido considerados por la opinión pública como los problemas más importantes a los que tiene que hacer frente el país han sido muchos y variados, aunque siempre ha existido un conjunto de cuatro o cinco con mucha constancia y continuidad. Para conocerlos, basta con acudir a los barómetros mensuales del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y consultar la pregunta denominada de agenda pública: ‘¿Cuál es, a su juicio, el principal problema que existe actualmente en España? ¿Y el segundo? ¿Y el tercero?’.
En la última década, el paro y el terrorismo encabezan casi siempre la agenda de prioridades de los ciudadanos, seguidos -según el momento- de la vivienda, la inmigración, los problemas económicos o la inseguridad ciudadana, entre otros.
El terrorismo en España es un tema de agenda delicado, pudiéndose utilizar varios calificativos para su definición, como el de permanente, endémico o crónico, tal y como señalan Tamayo y Carrillo (2004). Este tema, sumado al del paro como la otra gran cuestión de la agenda pública, son los dos problemas más importantes para los españoles a lo largo de algo más de tres décadas.
No pretendemos mostrar en este artículo todos los años en los que el terrorismo ha ocupado la primera o segunda posición más destacadas en la agenda pública, pero sí una evolución de cuatro años que evidencian su importancia (ver gráfico 1) y que servirán de contexto para el periodo analizado en este trabajo.
Mostramos la evolución del problema antes y después del ‘alto el fuego permanente’, en diciembre de 2006. En los siguientes meses, ya sin tregua, el terrorismo comenzará a recobrar presencia política y mediática, coincidiendo con las elecciones autonómicas y municipales de Madrid, en mayo de 2007.
En el gráfico 1 se aprecia un claro del descenso del terrorismo como problema. Existen muchos puntos de inflexión, pese a que la evolución marca una tendencia de caída. En el mes de marzo de 2004 este issue alcanza su momento más álgido con los atentados terroristas del 11 de marzo y pasa a puestos secundarios casi el resto del tiempo durante el periodo analizado. Según las cifras, parece que los españoles dejan de centrarse en este problema para pasar a otros que comienzan a cobrar más relevancia en sus vidas. Este es el caso de la vivienda, que con un porcentaje próximo al veinte por ciento en enero de 2004, se convierte en una de las prioridades de 2007.
Otra cuestión en ascenso es la inmigración. En enero de 2004 no llega a ocupar cotas del 15 por ciento, pero a lo largo del periodo estudiado experimenta una subida trepidante, superando por primera vez en la historia al paro y al terrorismo. Entre la primavera y el verano de 2006, cuando cientos de inmigrantes cruzaron el estrecho con un fatal desenlace para muchos de ellos, la inmigración pasó a ocupar todos los días la mayoría de las portadas de los medios de comunicación, aunque con encuadres de diagnóstico y atribución de responsabilidad bien distintos, según el medio y su relación con el gobierno (Rodríguez y Mena, 2008).
Finalmente, también se aprecia un descenso -aunque mucho más moderado y constante- del paro como problema. Los datos sobre desempleo muestran un descenso, pese a que la percepción de los españoles continuaba mostrando que este era uno de los principales desafíos del país.
Si observamos la tabla 1, que representa la agenda pública de los españoles de mayo y junio de 2007 -periodo electoral a nivel municipal y autonómico-, se aprecia en los datos de junio un incremento del terrorismo. Este problema pasa de la posición cuarta en mayo a la primera en junio, después de estar bajo la influencia de la campaña electoral, donde fue objeto de una importante cobertura mediática. La correlación ente los primeros 16 temas de ambos meses es de 0,967 y significativa al nivel 0,01 (bilateral), lo que indica que, a pesar de que el terrorismo cambia en el ranking de los dos barómetros, existe una relación muy fuerte entre todos los temas del conjunto de agendas.
El terrorismo y su percepción en la opinión pública
El terrorismo es un tema complejo y de presencia permanente en la actualidad política española, ante el cual los medios de comunicación, como con cualquier otra cuestión, elaboran encuadres que facilitan su comprensión. Estos encuadres generan marcos de adhesión interpretativa y también política ante los cuales las audiencias son permeables (Entman, 1993). El terrorismo en España, lejos del consenso suscitado en el pasado, parece que entra ahora a formar parte de la polarización y lucha partidista.
Metodológicamente, el punto de partida de este trabajo consiste en elaborar y presentar los principales frames construidos por los medios de comunicación sobre el terrorismo, a modo de diagnóstico sobre la situación. En un segundo momento, ofrecemos las principales atribuciones de responsabilidad construidas por estos mismos medios, de modo que puedan ser usadas por los individuos como marcos de referencia interpretativos y de simplificación de la realidad.
La hipótesis central consiste en estudiar los encuadres mediáticos dominantes sobre el objeto de estudio, difundidos en prensa escrita de referencia y presentados a individuos, no lectores de estos periódicos pero sí consumidores de otros medios pertenecientes al grupo de comunicación que, al margen de si es radio, televisión o prensa escrita, comparten un mismo enfoque informativo. En las páginas que siguen analizamos la relevancia que actualmente tienen los grupos de comunicación en España a la hora de orientar y presentar las noticias, todo ello propiciado por un sistema altamente polarizado como es el español (Hallin y Mancini, 2004).
Un individuo no necesita formar parte de esa élite de personas que leen prensa de referencia (clases medias ilustradas) para conocer e identificar los enfoques informativos sobre los diferentes temas de la actualidad. Con seguir algún medio integrante del grupo ya es suficiente para conocer las principales posturas de ubicación de un problema, atribución de responsabilidad y posible solución del mismo. Los ciudadanos buscan referentes informativos que ayuden a simplificar el complejo mundo de la política a través de los diversos encuadres que les ofrecen los medios. El caso del terrorismo no es una excepción.
Los datos que vamos a utilizar como base empírica en este trabajo proceden del proyecto de investigación Voto racional y agenda mediática. Propuesta de seguimiento de la legislatura a través de grupos experimentales (Estudio 2764), financiado por el CIS, cuyos investigadores principales fueron Fermín Bouza y Juan Jesús González. Las principales características que tenían los integrantes de los grupos eran: votantes moderados (no ideológicos y que hubiesen transferido alguna vez su voto del PP al PSOE, o viceversa), con un nivel de estudios más bien bajo, procedentes de la clase trabajadora (manual y no manual) y que no fueran lectores objetivos de la prensa de referencia, pero sí seguidores de otros medios audiovisuales donde se compartían enfoques políticos similares por pertenecer a un mismo grupo de comunicación (prensa gratuita, radio o televisión).
Como premisa de partida consideramos que estos individuos conocían y manejaban los encuadres a través de otros medios integrantes del grupo de comunicación, algo que pudimos comprobar en la propia dinámica de discusión de los grupos. Algunos resultados de este proyecto, aledaños y complementarios al trabajo que presentamos en estas líneas han visto la luz en el artículo de Rodríguez y Castromil (2010).
Para el análisis hemos tomado dos momentos distintos y muy diferentes: ocho meses después de la declaración de tregua por parte de ETA (2006) y, en segundo lugar, cinco meses después de la ruptura del proceso negociador (2007). Entre ambos periodos se encuentran las elecciones objeto de estudio en este trabajo. En el primer momento, se observa un único punto de conflicto entre el gobierno y la oposición en el modo de conducir las negociaciones de paz: la exigencia por parte del PP y medios de comunicación afines de que Zapatero no lleve a cabo una negociación política, sino que únicamente exija la rendición incondicional de los terroristas. El gobierno encuadraba tal posibilidad en clave defensiva: la política puede ayudar a la negociación.
Tras la ruptura de la tregua, la oposición centra los ataques contra el gobierno tachándolo de blando y condescendiente con el mundo etarra y sus aledaños, acusación que se materializa en la decisión del Ejecutivo sobre la conveniencia de ilegalizar o no las listas electorales de ANV para las elecciones autonómicas y municipales de 2007. El PSOE acusa al PP de llevar a cabo un uso electoralista del terrorismo allí donde debería prevalecer una política de consenso.
Tal y como hemos visto, el terrorismo constituye un tema central en la agenda pública, es decir, los ciudadanos lo ven con un problema de Estado. Por otro lado, y bajo los postulados de la agenda-setting (McCombs, 2004), analizamos la agenda mediática en la prensa de referencia para conocer los temas dominantes en ella y, además, identificar sus enfoques durante los dos momentos propuestos en la investigación. Para despejar la segunda incógnita relativa a la identificación del problema y a la atribución de responsabilidad en los medios, realizamos un análisis de contenido en los diarios El País, El Mundo y Abc: primer momento, del 5 de septiembre al 3 de noviembre de 2006 y segundo momento del 9 de abril al 27 de mayo de 2007. En la contabilización de los temas se consideraron solo los temas de las secciones de nacional, las portadas y los editoriales. Para la formulación de los encuadres de estas tres grandes cabeceras se empleó la misma muestra. Muestra que nos sirvió también para elaborar en una sola frase o párrafo los frames dominantes.
Realizamos también cuatro grupos de discusión tipo panel, de los que en este trabajo solo emplearemos los resultados de un cuestionario. Los grupos estuvieron integrados por ciudadanos madrileños y se celebraron dentro de los dos periodos señalados. En las reuniones, los individuos fueron expuestos a los diferentes encuadres sobre terrorismo para que, llegado el caso, se mostrasen de acuerdo con alguno de ellos. Medimos también la intensidad de las adherencias a los enfoques, en una escala del 1 al 7.
Los grupos estuvieron integrados por individuos de clase trabajadora que se autoubican en el centro, dentro de la escala Izquierda-Derecha y que en algún momento habían votado al PP y al PSOE. Es decir, son votantes dispuestos al cambio de voto y, por lo tanto, uno de los mejores grupos para estudiar los efectos producidos por los medios en sus percepciones sobre los temas de Estado. En ese sentido y durante el periodo expuesto, el terrorismo se configura como uno de ellos.
Medios de comunicación y ciudadanos ante el terrorismo
Política y medios en España
El conjunto de los medios de comunicación que operan en España, al menos en política, no parecen neutrales. Podríamos afirmar que la radio, la televisión y la prensa escrita (amén de los medios de nuevo cuño) no tienen como principal objetivo la configuración de una opinión pública separada de los partidos políticos y las ideologías. Más bien parece que lo que se busca es todo lo contrario: entrar en la competencia por el favor del público, convenciéndole de la necesidad de inclinarse por un determinado partido, candidato o ideología. Los medios de comunicación se insertan, así, dentro de la contienda política. Esto hace que se califique en España a cierta prensa como prensa de derechas y a otra como prensa de izquierdas.
Bajo una perspectiva comparada, este patrón de opinión pública no tiene por qué manifestarse siempre así. De hecho, es más bien típico del mundo mediterráneo, donde se produce, según Hallin y Mancini (2004, p. 89 y ss.), un claro fenómeno de pluralismo polarizado. Este tipo de sistema mediático -común a España, Portugal, Italia, Grecia y en cierta medida también a Francia- presenta, por contraposición a los modelos liberal (EEUU, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) y centro europeo (Alemania, Austria, Países Bajos y Países Nórdicos) una institucionalización mucho menor de la profesión periodística. Los periodistas del sur de Europa parecen estar sujetos a muchas más presiones (procedentes tanto del mercado como del sistema político) que sus colegas anglosajones o centroeuropeos. Esta circunstancia explica, al menos en parte, la vinculación medios-política tan típica de España (González, Rodríguez y Castromil, 2010).
Por ello, la instrumentalización de la prensa por parte del poder es, para Hallin y Mancini, mucho mayor en países como España: «Una de las mayores características de la región mediterránea es el uso de los medios de comunicación por parte de varios actores como herramientas para intervenir en el mundo político» (Hallin y Mancini, 2004, p. 117).
El Estado ha sido uno de los actores clave en los sistemas de pluralismo polarizado, ya que no solo ha creado un importante conglomerado de medios de comunicación públicos que han sido utilizados como potentísimas plataformas de promoción política, sino también porque la concesión de licencias a operadores privados ha sido realizada siguiendo ciertos criterios partidistas. El ejemplo español es paradigmático en este sentido.
Junto a la institucionalización de la profesión de periodista y la irrupción del Estado, en el mundo mediterráneo los medios de comunicación destacan por su larga tradición de lucha por las libertades. Esta toma de partido a favor de la democracia, en parte, les ha conducido a una aproximación política posterior, lo que les «apartaría de su primigenia misión informativa y los conduciría hacia tareas de adoctrinamiento propias de un aparato ideológico» (González, 2008, p. 353). Por último, el modelo de pluralismo polarizado se caracterizaría también por una baja circulación de prensa y, por lo tanto, por un claro dominio de los medios audiovisuales.
Como resultado de estas dinámicas, los medios de comunicación en España no son neutrales (Castromil, 2008), sino que se insertan dentro de la lucha partidista. Pareciera que más que informar se trata de conseguir adeptos a una causa; más que fomentar el debate público se quiere ofrecer una visión parcial e interesada de los hechos.
La agenda mediática
Partiendo de un sistema de medios caracterizado en parte por la sintonía ideológica y de intereses entre medios y políticos, pasamos a analizar la denominada agenda mediática en los dos períodos: otoño de 2006 y primavera de 2007. Se trata de un ejercicio de reconstrucción del contexto mediático del momento que estudiamos, imprescindible para entender la evolución en la recepción de los enfoques sobre terrorismo antes y después de la tregua de ETA.
La primera ola de nuestro estudio se celebró los días 22 y 27 de noviembre de 2006; y el seguimiento de prensa previo arrancó el 5 de septiembre y finalizó el 3 de noviembre, tal y como muestra la tabla 2.
Celebramos un primer encuentro, al que denominamos 1ª Ola, con dos grupos de discusión de diez integrantes cada uno de ellos. En esta 1ª Ola el ‘proceso de paz’ y en la segunda el ‘terrorismo’ se refieren a un mismo tema de agenda en dos momentos distintos: nuestra primera reunión se celebró ocho meses después del alto el fuego y la segunda cuando el proceso negociador hacía cuatro meses que había fracasado. Como podemos comprobar, el tema ‘proceso de paz / terrorismo’ es la cuestión más importante en todas las Olas en los tres periódicos objeto de estudio, con la única excepción de El País, en noviembre de 2006. El gráfico 2 muestra de manera todavía más clara esta tendencia.
Tal circunstancia parece estar indicando una cierta tendencia de la prensa de referencia española hacia un tipo de cobertura que privilegia el tratamiento del terrorismo, noticia preferente primero por las expectativas abiertas ante un nuevo proceso negociador (1ª Ola) y, finalmente, por la ruptura de tales expectativas tras el atentado de la T4 de Barajas (2ª Ola) (ver gráfico 3).
Hemos reconstruido los principales encuadres sobre terrorismo y se los hemos ofrecido a los integrantes de nuestros grupos para dar respuesta a dos interrogantes: ¿Conoce un ciudadano que no es lector habitual de prensa de referencia los encuadres de El País, El Mundo y Abc? Si conoce los diagnósticos y atribuciones de responsabilidad de la prensa referencia, ¿es capaz también de situarse en uno de los lados de los encuadres antagónicos que tienden a construir? El resultado de nuestro estudio empírico se analiza en detalle en el siguiente epígrafe.
Cómo crean los españoles sus opiniones sobre el terrorismo: Interpretación de los encuadres
La celebración de los grupos de discusión que nos sirven de base empírica ha sido cuidadosamente planificada para comprobar el impacto de la ruptura del ‘alto el fuego permanente’ de la banda terrorista ETA. De esta manera, comprobamos tanto la interpretación o diagnóstico de los hechos como la atribución de responsabilidad que hicieron los individuos según el mensaje mediático. Como ya hemos mencionado, la primera reunión o 1ª Ola tuvo lugar durante la tregua (22 y 27 de noviembre de 2006) y la segunda se celebró una vez el proceso se vino abajo (21 y 22 de mayo de 2007). Esta circunstancia nos sirve para analizar el papel del terrorismo en dos contextos muy diferentes, en donde el partidismo mediático adopta un rol político muy importante.
Antes de analizar la utilización por parte de los ciudadanos de los distintos encuadres elaborados por la prensa de referencia vamos a describirlos brevemente.
En el momento de celebración de la 1ª Ola, ‘el alto el fuego permanente’ declarado por ETA llevaba algo más de siete meses en vigor y las posiciones del gobierno, la oposición y sus apoyos mediáticos estaban ya bien definidas (ver tabla 3).
Las dos primeras frases (puntos 1 y 2) de la tabla 3 reconstruyen los encuadres antagónicos sobre el diagnóstico de la situación que se estaba viviendo a finales de 2006. El objeto de disputa se centraba en la verdadera autenticidad del alto el fuego: ¿Representaba una oportunidad real para una salida al conflicto vasco, o se trataba más bien de una táctica de ETA para fortalecerse? A la luz de los resultados del análisis de contenido mediático, la primera frase (1) representa la visión gubernamental transmitida por El País y la segunda (2) resume los argumentos de la oposición, El Mundo y Abc. Las frases tres (3) y cuatro (4) describen dos posibles hojas de ruta: la negociación para llegar a un final del terrorismo o la negociación para obtener una rendición total de los terroristas. Ambas proposiciones compartirán, sin embargo, la idea de la inconveniencia de pagar un precio político por la paz.
¿Qué posición han tomado nuestros entrevistados ante esta visión dicotómica del horizonte abierto con la tregua de ETA? La respuesta a este interrogante no es nada sencilla, ya que encontramos una cierta desconfianza en nuestros grupos. Por un lado, la mayoría de ellos cree que el alto el fuego podría conducir a la pacificación del País Vasco (12 individuos frente a 8), pero, sin embargo, el camino para lograrlo no está nada claro: 10 entrevistados creen que se debería hacer exigiendo la rendición incondicional y la entrega de armas por parte de la banda terrorista, frente a 9 que opinan que, para ese mismo objetivo, sería mejor utilizar la vía política.
Es decir, en este momento de horizonte negociador abierto se observa una clara apuesta de nuestros entrevistados por el proceso negociador, aunque el modo de hacerlo no se presente con la misma claridad.
La segunda ola se celebró coincidiendo en el tiempo con las elecciones municipales y autonómicas de 2007, por lo que los encuadres que manejamos tienen un claro acento electoral. Las dos primeras frases de la tabla 4 recogen una atribución de responsabilidad: del lado del gobierno (y de El País) se sostenía que el Partido Popular utilizaba el terrorismo para conseguir votos; y en opinión del PP (y El Mundo y Abc), era la debilidad de Zapatero lo que suponía un obstáculo para la desaparición de ETA.
La cuestión de la aplicación de la Ley de Partidos para la ilegalización de Acción Nacionalista Vasca (ANV) por su vinculación con el entorno de ETA será lo que esta vez polarice buena parte de la campaña electoral de 2007. Los encuadres tercero (3) y cuarto (4) reconstruyen este enfrentamiento y recogen la idea del gobierno de ilegalizar ANV lista a lista y la de la oposición de cortar por lo sano y proceder a ilegalizar ANV en su totalidad.
En esta segunda reunión, con el proceso de paz finiquitado, el posicionamiento de los entrevistados en contra de los intereses del gobierno cobra intensidad, ya que 9 de los 20 miembros de nuestros grupos de discusión se situaron en las proximidades del encuadre del PP y solo 4 en el del gobierno socialista. Sin embargo, hay que tener en cuenta que un total de 7 permanecieron en una posición más bien neutral, lo que podría estar indicando su disponibilidad dependiendo del transcurso de los acontecimientos. En lo que hay más acuerdo (14 frente a 3) es en el convencimiento de que ANV debería ser completamente ilegalizada, por ser un disfraz de la banda terrorista ETA.
A modo de reflexión
El terrorismo se ha convertido, por lo menos durante el periodo analizado en este trabajo, en un tema de confrontación político-mediático más, con todas las implicaciones que ello conlleva, al tratarse de un tema de especial relevancia en la agenda pública. Una agenda que refleja el grado de importancia que los ciudadanos otorgan al terrorismo y que hereda las luchas políticas gracias, entre otros factores, a su presencia cotidiana en los medios de comunicación. De este modo, no sería muy difícil conocer la postura de los ciudadanos sobre el terrorismo dependiendo del medio al que más se expongan.
Los medios de comunicación se han convertido en actores sociales muy importantes, adoptando funciones políticas estratégicas, tal y como el modelo de pluralismo polarizado describe para el caso de España. Este trabajo expone cómo los individuos, aun no siendo lectores directos de prensa de referencia, conocen los principales temas, planteamientos y enfoques que dichos medios de comunicación manejan. Tal manejo de encuadres procede, en parte, del consumo de otros medios audiovisuales del grupo multimedia o afín (PRISA, Unidad Editorial y Vocento, entre otros).
Por este motivo -y pese a que los individuos de los grupos, por su procedencia social, no son lectores habituales de prensa de referencia- les presentamos las parejas de frames enfrentados que reproducían los encuadres de El País, por un lado, y de El Mundo y Abc, por otro. Este trabajo refleja que los ciudadanos no solo conocían tales encuadres, sino que fueron capaces de posicionarse sin problemas en alguna de las dos principales interpretaciones enfrentadas sobre el tema terrorismo.
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Artículo extraído del nº 87 de la revista en papel Telos
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