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Lisbeth Salander. No estás sola


Por Cecilia Castaño Collado

Se señalan algunas de las repercusiones del uso de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTIC) en nuestra vida cotidiana y, constatada según estudios recientes la existencia de una brecha tecnológica de género en torno a su uso, se reclama una mayor participación de la mujer en el desarrollo de Internet.

Palabras clave: Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTIC), Internet, Mujer, Juventud.

Abstract:

This article examines certain repercussions of the use of New Information and Communications Technologies (NICT) in daily life. It points out recent studies documenting a gender gap in the use of such technologies. Finally, the author calls for stronger participation of women in internet development.

Keywords: New Information and Communications Technologies (NICT), internet, women, young people

 

Internet está tan abierto que quien sea capaz de acertar el futuro de este espacio virtual creado y recreado constantemente por los propios usuarios será el nuevo cibermillonario.

 

Tendencias en la evolución de Internet

Partiendo de la idea de que el uso de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación (NTIC) es necesario y positivo, he de reconocer que abordo esta cuestión desde mi perspectiva de adulta pretecnológica, ya que no he crecido con Internet en el hogar, tal y como es la experiencia de la mayoría de los niños y jóvenes españoles de uno y otro sexo en la actualidad. Puedo, sin embargo, constatar algunas tendencias a partir de los hechos observables en el presente:

– El principal elemento que está determinando la tendencia de la evolución de Internet son las características de la última generación de dispositivos tecnológicos (móviles, convergentes y conectados), que han cambiado completamente sus coordenadas de acceso y uso. Si hasta hace poco era imprescindible contar con una red de puntos de conexión estáticos a los que había que desplazarse -el puesto de trabajo, la biblioteca, el hogar, el cibercafé, el telecentro o el locutorio-, hoy éstos se han colado en nuestros bolsos y bolsillos a través del teléfono móvil, el cual se mueve y viaja con nosotros, cambia nuestra manera de trabajar, de relacionarnos y sobre todo de divertirnos.
En el metro de Tokio nadie habla por el móvil ni contesta llamadas, pero una gran mayoría de viajeros -y particularmente los adolescentes y los jóvenes- está conectada todo el tiempo, mirando su correo, chateando o jugando. Cada vez es menos necesario acarrear pesadas guías en nuestros viajes de ocio o trabajo; basta con consultar Internet en plena calle para encontrar direcciones, horarios y fotos de aquello que buscamos.
– El binomio móvil-Internet hace, por tanto, que el ordenador pierda centralidad como infraestructura de acceso a la Red frente a dispositivos más pequeños y sofisticados, como los smart phones (que, provistos de brújula, mapa y agenda, cada vez son más smart y menos phone) o las PDA. Ganamos tiempo, porque durante el transporte y en los tiempos antes llamados muertos o de espera podemos seguir conectados y divertirnos, aunque también aprovechemos para resolver cuestiones domésticas o profesionales, a riesgo de invadir totalmente el imprescindible tiempo de ocio y descanso.
– Las redes sociales se han convertido en ámbitos de comunicación con amigos, amigos de amigos, colegas o compañeros de aficiones o afinidades políticas. Las insufribles sesiones de diapositivas de viajes de hace algunas décadas han sido sustituidas por el diario visual que se expone en el blog o en plazas públicas como Facebook, Tuenti, Twitter, Flickr o Picasa.
– Desde el punto de vista de los usuarios, hay dos categorías que merecen especial atención porque sin duda van a marcar las tendencias de cambio en Internet: los jóvenes, porque construyen día a día su Internet a la vez que su vida cotidiana se desarrolla en Internet, y las mujeres, porque constituyen el gran reto, la gran incógnita del futuro de Internet por su todavía relativamente bajo grado de incorporación en comparación con los hombres.

Jóvenes y adultos: finalidades frente a realidad vital

Los jóvenes, como nativos digitales, poseen un nivel de familiaridad con las tecnologías que les hace preferir Internet a la televisión y a otras formas de ocio y diversión. Los niños y adolescentes están actuando como motor, arrastrando a los adultos a la adquisición de dispositivos y al acceso a Internet. Entre los adolescentes, teléfono móvil e Internet son sin duda las tecnologías más populares, según datos de la Encuesta sobre equipamiento y uso de Tecnologías de Información y Comunicación en los hogares.

El porcentaje de niñas de entre 10 y 15 años con teléfono móvil es casi 8 puntos mayor que el de niños. Respecto de Internet, el porcentaje de chicas (91,4 por ciento) y chicos (89,3) entre 16 y 24 años que han accedido alguna vez en los últimos 3 meses destacan en comparación con los del conjunto de la población española. Persisten diferencias pequeñas entre niñas y niños, indicativas de los distintos estilos de uno y otro sexo en su relación con las tecnologías: las niñas utilizan Internet algo más que ellos para tareas escolares y los niños algo más para el ocio, descargas de música y juegos.

Una diferencia notable entre jóvenes y adultos es la que se aprecia desde el punto de vista de la finalidad de uso. Los adultos utilizamos Internet con nuestros esquemas anteriores, es decir, necesitamos utilizarlo como herramienta ‘para algo’ que ya hacíamos anteriormente (transacción bancaria, compra de algún producto on line, consulta de noticias en un periódico). Los niños y jóvenes, en cambio, se aproximan a Internet de un modo más natural. No lo hacen con una finalidad determinada, no buscan un objetivo en los servicios que utilizan; simplemente ‘están’ en Internet, ‘viven’ allí y lo utilizan para estudiar, para charlar o para escuchar música. Internet constituye una herramienta básica de relación social y de identidad y, como tal, la presencia de los niños y niñas en Internet es una realidad vital.

La incógnita femenina: las mujeres no entran a los usos avanzados de Internet

Las mujeres, que constituyen más de la mitad de la población pero cuyo nivel de incorporación a Internet es más bajo que el de los hombres (en España utilizan Internet de forma regular un 44,7 y un 53,6 por ciento de mujeres y hombres, respectivamente) constituyen otra gran reserva de nuevas tendencias en Internet.

Cuando la incorporación femenina se equipare a la masculina, las pautas de acceso y uso sin duda se verán afectadas por este hecho. Para que ello sea posible, es necesario hacer un esfuerzo por incrementar las habilidades informáticas y navegadoras de las mujeres, así como por que se incorporen a los usos avanzados de Internet, en los que por el momento no parecen muy interesadas. Un buen ejemplo lo constituye la utilización de dispositivos móviles de acceso a Internet, que además de ser más innovadores permiten superar la dependencia de lugares concretos de acceso, incrementando las posibilidades y la intensidad de utilización.

Pese a que su incidencia entre la población española es todavía pequeña, desde el Observatorio e-Igualdad de la Universidad Complutense podemos adelantar que las diferencias entre mujeres y hombres son enormes en cuanto al uso de móviles de Banda Ancha (14,2 por ciento de los hombres frente al 7,7 de las mujeres), ordenadores de mano (8,5 y 4 por ciento, respectivamente) y algo menos en los portátiles wireless (23,5 y 18 por ciento). Esta brecha de género es especialmente acusada entre la población urbana de menos de 45 años y de mayor nivel educativo.

Una brecha similar aparece respecto a los servicios avanzados de comunicación -como el envío de mensajes a chats, la lectura de blogs o la realización de videollamadas- y es especialmente intensa en los servicios avanzados de ocio, como la descarga de música, películas y juegos.

A la hora de explicar la situación a la que se alude en los párrafos anteriores, con frecuencia se piensa que es un problema de edad y de nivel de estudios: cuando las generaciones jóvenes de hoy sean maduras, la brecha digital de género estará superada. Esto parece confirmarse parcialmente con la información cualitativa de que disponemos en el Observatorio e-Igualdad acerca de las estudiantes universitarias, ya muy familiarizadas con las nuevas tecnologías, porque han crecido con un ordenador en el hogar y conciben Internet como un medio de ocio, comunicación y búsqueda de información. Los juegos han constituido una vía para iniciarse en las tecnologías desde la infancia, aunque no llegan a manifestar el mismo grado de fascinación que los hombres, por lo que la evolución de las actitudes y aptitudes de este colectivo constituye todavía una incógnita. Ellas muestran un elevado grado de dependencia y les cuesta imaginar su vida sin móvil o Internet, pero han evolucionado desde un uso puramente lúdico hacia otros vinculados a cuestiones prácticas (desarrollo de tareas de estudio) y relacionales (comunicarse con otras personas).

Los datos estadísticos muestran, sin embargo, que las chicas son usuarias menos intensivas de Internet que los chicos. Esto no es un problema, porque utilizar más o menos horas Internet no es en sí mismo positivo o negativo; de hecho, a veces tememos que la dependencia de Internet pueda crear problemas de comportamiento. Sin embargo, la frecuencia de uso sin duda influye en el conocimiento y el control que se posee acerca de la herramienta y, por tanto, en las posibilidades de adaptarla a las necesidades, deseos e intereses de cada persona.

Lo anterior tiene efectos importantes desde el punto de vista del diseño de las tecnologías y de sus aplicaciones. Los primeros que utilizan una tecnología son los que contribuyen más directamente a establecer sus usos y a modelar, en consecuencia, su desarrollo. Si son los hombres los que llevan a cabo esta tarea, si las mujeres se quedan fuera, la brecha tecnológica de género aumentará en lugar de reducirse.

Internet es ya como el aire que respiramos o el agua que bebemos: un componente esencial de nuestra vida. Para que las mujeres participen en su desarrollo tanto como los hombres es necesario actuar desde la escuela primaria contrarrestando los estereotipos de que la tecnología es algo masculino, mientras que a las niñas se las sigue educando para cuidar de los demás. Necesitamos muchas Lisbeth Salander para crear el futuro Internet.

Artículo extraído del nº 81 de la revista en papel Telos

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Cecilia Castaño Collado

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