Se aprobará definitivamente en otoño y se seguirá llamando «Ley de Televisión por Cable», aunque por ella llegará «la transformación tecnológica de toda la red de telecomunicaciones en España».
Así se refería el ministro José Borrell a la norma que regulará la implantación en nuestro país de un cable por el que las imágenes de televisión no circularán solas. Será, en palabras del Ministro, una verdadera autopista de la información cuyo uso «revolucionará tanto el ocio como los sectores productivos en general, modificando sustancialmente los modos de vida».
Con esta descripción de la sociedad de la información en emergencia se mostraron de acuerdo todos los demás asistentes a los seminarios Autopistas de la información: telecomunicaciones para una sociedad avanzada y Nuevas fronteras de las telecomunicaciones, celebrados en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo (UIMP), en Santander.
El primero de ellos, organizado por Fundesco y el Instituto de Estudios del Transporte y las Comunicaciones, fue dirigido por José Manuel Morán, presidente de la Comisión Delegada de Fundesco, y Gonzalo Cedrún, director del Instituto. El segundo, organizado asimismo por Fundesco con la colaboración de Amper, estuvo dirigido por Jesús Banegas, presidente de Aniel, y José Manuel Morán
No obstante, y aunque parezca que las redes de fibra óptica por las que la información corre digitalizada son los cimientos de la futura aldea global soñada por Mc Luhan, lo cierto es que ésta parece encontrarse aún en fase de proyecto. Cuestiones como quiénes serán sus principales arquitectos, quiénes sus habitantes y cuáles sus contenidos fueron las más debatidas en ambos cursos.
«Estamos ante una situación muy confusa, si no ante una verdadera revolución social», comentó José Manuel Morán. Apoyándose en un reciente informe de Fundesco, Morán destacó el cambio del panorama laboral entre los muchos que se avecinan, puesto que «desaparecerán puestos de trabajo en el sector industrial y se crearán otros, en áreas nuevas, para los que habrá que estar preparados».
En previsiones similares se basan las recomendaciones comunitarias en materia de telecomunicaciones plasmadas en el Libro Blanco sobre Crecimiento, Competitividad y Empleo aprobado en diciembre del pasado año, así como en el informe de la Comisión Bangemann presentado el mes de junio en la Cumbre de Corfú. El actual proyecto de ley del cable español se nutre de ambos documentos: servicios e infraestructuras serán liberalizados y junto a Telefónica -que según su presidente, Cándido Velázquez-Gaztelu, «evolucionará para convertirse en el principal operador multimedia»- aparecerán segundos operadores en áreas urbanas -con o sin red propia- que además podrán ofrecer telefonía vocal a partir de 1998.
Las inversiones en infraestructuras necesarias en España, estimadas para un plazo de cinco a siete años en 700.000 millones de pesetas, corresponderán exclusivamente al sector privado, de la misma forma que la Comunidad sólo aportará 5.000 ECU de los 67 millones que costará iniciar la implantación de una red a escala europea.
1. CAPITAL EXTRANJERO
Para Edelmiro López, director general de la corporación Cable y Televisión Europa -constituida por una empresa catalana y las multinacionales estadounidenses US West y Time Warner con el objetivo de crear una superautopista en Cataluña-, el volumen de estas cifras es difícilmente asumible por el sector de telecomunicaciones español. En su opinión, la posibilidad de que el Gobierno español limite al 25 por ciento la entrada de capital extranjero implica «correr el riesgo de que éste se dirija a países del entorno, y que España se quede sin televisión por cable».
López presentó la red de banda ancha que Time Warner y Us West piensan poner en funcionamiento en Orlando (Florida) a finales de este año, una de las primeras experiencias prácticas mundiales. Según sus previsiones, antes del fin de la década más de ocho millones de familias estadounidenses estarán conectadas a la superautopista mediante un terminal de ordenador alquilado a bajo coste por la compañía, con el que podrán desde solicitar una película concreta hasta acceder a la información almacenada en bases de datos remotas, o disponer de toda una larga serie de teleservicios. El usuario pagará una cuota de abonado que cubrirá los servicios básicos (no más de 3.000 pesetas mensuales), más otra tarifa específica por los demás (teleeducación, telemedicina, teleadministración, etcétera).
El ejemplo de Orlando, sin embargo, fue valorado simplemente como una alternativa más por el resto de los participantes en los cursos, y sirvió para reflejar las lagunas que aún existen sobre ciertas cuestiones prácticas: mientras Pío Cabanillas, director de Sogecable, resaltó la dificultad de manejo de un aparato doméstico que hace las veces de televisor, teléfono y ordenador, Julio Linares, director de Investigación y Desarrollo de Telefónica, se mostró partidario de que fuera el propio televisor -equipado con una caja informática llamada set-top box-, el que «abriera la puerta» de la red al usuario.
2. LA IMPORTANCIA DE LOS CONTENIDOS
Pero el ritmo de desarrollo de las redes no dependerá tanto de la tecnología como de una correcta definición de cuáles deben ser sus contenidos y su público. Para Cabanillas, la velocidad del cambio tecnológico debe adaptarse «a la capacidad de asimilación del consumidor», al que hay que ofrecer contenidos lo bastante atractivos; sin ellos, dijo, «las redes carecen de sentido».
El acuerdo general sobre este punto fue valorado «como una conclusión muy positiva» por el director del Instituto de Estudios del Transporte y las Comunicaciones, Gonzalo Cedrún, quien aseguró que «la sociedad no demanda tecnología, sino servicios y entretenimiento de calidad». En su opinión,»cuando la industria sea capaz de ofrecer contenidos y servicios basados en la comunicación interactiva y multimedia a precios aceptables, la viabilidad económica de las redes avanzadas de telecomunicaciones estará garantizada».
Si los estudios de mercado indican que, por el momento, los potenciales clientes de las superautopistas serán las empresas, parece claro que las grandes inversiones sólo podrán rentabilizarse ganando usuarios masivos, a los que interesa sobre todo el ocio.
Para ello, según las estimaciones de Edelmiro López, la industria audiovisual europea deberá ser capaz de producir un mínimo de 70.000 horas anuales, «casi el doble de las que ha emitido Televisión Española en cuarenta años». El director general de Telecomunicaciones, Javier Nadal, también criticó que en Europa «se continúe hablando de redes pero no de contenidos». Cree que éste es el principal «punto débil» de España, cuya industria cinematográfica no mantiene ninguna relación con las telecomunicaciones y, hasta ahora, «ha producido artesanalmente botijos en vez de películas».
La industria española de contenidos cuenta además con una audiencia potencial de más de 300 millones de hispanoparlantes. «Hemos de sacarle a esta ventaja el máximo partido, no sólo por economía sino por razones culturales», comentó Cedrún.
3. TELEFONÍA MÓVIL
Durante el seminario Nuevas fronteras en telecomunicaciones se abordó especialmente la cuestión de la segunda licencia de telefonía móvil. Los cinco consorcios candidatos, «todos ellos de calidad garantizada», según Nadal, criticaron en mayor o menor grado las elevadas tarifas que habrán de abonar por su conexión a la red fija, así como el hecho de que Telefónica no deba pagar una licencia.
Jesús Banegas, presidente de Aniel, afirmó a este respecto que en España «no existe voluntad política de agilizar la liberalización del sector de las telecomunicaciones para que intervengan más actores, mientras tenemos la red menos digitalizada de Europa y las tasas de penetración de la telefonía convencional siguen siendo distintas a las europeas».
Telefónica ha digitalizado ya la totalidad de su red de transporte y la mitad de la de abonados (todas las líneas 900 son digitales), y más de medio millón de kilómetros son de fibra óptica, según los datos aportados por Germán Ancochea, Consejero Delegado de Telefónica de España. Si el llamado Plan Fotón mantiene sus plazos, todas las manzanas de poblaciones de más de 50.000 habitantes podrán acceder a la red de fibra óptica dentro de dos años.
«La red española, por tanto, no está tan mal», afirmó José Manuel Morán, quien aunque coincidió con Banegas en que «habrá que adaptarse a la legislación de 1998 cuanto antes [fecha límite impuesta por la Unión Europea en el Libro Verde de las Telecomunicaciones para liberalizar todos los servicios]», matizó: «el Ministerio ha valorado mucho el ritmo de la liberalización porque requiere tranquilidad. Si aceptamos una competencia abierta habrá que ver quién equilibrará los desequilibrios. España no es homogénea, y alguien tendrá que seguir ofreciendo servicios básicos en áreas donde sea menos rentable».
Ancochea se mostró igualmente preocupado por la «posible división de la sociedad entre los que tienen o no información», y por la extensión de un servicio «que debe nacer con vocación de universalidad». «Si el teléfono, con subvenciones cruzadas y monopolio, ha tardado setenta años en llegar a mi pueblo, ¿cuánto tardará el multimedia? Un modelo de absoluta competencia no garantiza un modelo más humano de población», dijo el consejero delegado de Telefónica de España.
Artículo extraído del nº 39 de la revista en papel Telos
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