La noticia del reciente fallecimiento de John Walson, reconocido como padre de la TV por Cable, al haber construído y explotado desde 1947 en Mohoney City (Pensilvania) el primer sistema de Antena Comunitaria abierto a sus vecinos mediante el pago de cuotas, junto con los nuevos planteamientos regulatorios y desarrollos tecnológicos que están apareciendo en este campo, sugieren la conveniencia de estructurar en nuestro país un debate entre todos los sectores interesados, que permita elaborar un completo Informe para que las Administraciones y los Legisladores aborden cuanto antes el marco regulatorio que facilite el que nuestro país cuente en 1997, para el cincuentenario de la TV por Cable, con unos incipientes, pero ya sólidos, servicios y negocios en torno al cable.
Las dificultades para regular este campo son ciertamente muchas, dado que admite múltiples aproximaciones, pero en nuestro país son mayores por la consideración de la TV como Servicio Público Esencial de Titularidad Estatal, la separación vigente entre los servicios portadores (carrier) que se prestan en monopolio y unos servicios audiovisuales que se van abriendo a la competencia en fases sucesivas (Autonómicas, Privadas, Satélite, ¿Cable?, ¿Local?), junto con la incertidumbre para lograr un esquema que compagine las imprescindibles competencias de las Autoridades Locales con una regulación uniforme de los parámetros que permitan configurar los negocios con la dimensión más adecuada y la conveniencia de dar salidas a una de las consecuencias del retraso en la regulación, la existencia de cientos de miles de conexiones a sistemas de Video Comunitario, cuya inseguridad jurídica ha motivado la utilización de sistemas y servicios limitados al mínimo riesgo.
Para algunos se trata de mejorar la estética de las ciudades eliminando las antenas de los tejados, para otros de crear un nuevo canal de distribución de cine, que en el caso de ofrecer Pago por Programa (PPV) puede permitir estrenos simultáneos a los de las salas cinematográficas, o degenerar en un nuevo y más amplio mercado para la industria de equipos y programas audiovisuales. Para las utilities convencionales (gas, agua, electricidad) significa la oportunidad de entrar en nuevos sectores estableciendo un nuevo servicio público de amplio espectro y para todos de crear nuevas oportunidades de negocio. Sin embargo, los radiodifusores tradicionales y los operadores de telecomunicación ven en la TV por cable el germen de unos fuertes competidores, tanto por la capacidad de llegar a crear cadenas alternativas que resten audiencias, como por la posibilidad de canalizar por otro medio nuevos servicios de telecomunicación, a lo que se suman algunas megatendencias como la del Gran Vuelco de Nicholas Negroponte: las telecomunicaciones y la televisión intercambiarán en los próximos 20 años sus medios básicos de transmisión, pasando del cable a la radio y viceversa, provocando la aparición de nuevos competidores para unos y otros, que aprovecharán las inercias al cambio de los operadores tradicionales y promoviendo el interés de cada uno de ellos por los negocios de los otros.
Esta convergencia de actividades viene impulsada por los cambios tecnológicos y regulatorios que se producen a un ritmo cada vez más acelerado y en direcciones a veces contrapuestas. Este es el caso de la tendencia a sustituir los cables telefónicos de cobre por la fibra óptica, que para los usuarios residenciales llegará en una primera fase hasta cada manzana (FTTC) para luego alcanzar directamente al hogar (FTTH), proporcionando capacidades y calidades muy superiores a las que ofrecen las redes de TV por cable convencionales; a lo que se une una evolución general de las redes de telecomunicación para poder transmitir y conmutar señales de banda ancha, en tanto que los operadores de TV por Cable incorporan también estas técnicas y tratan de ofrecer servicios de voz y datos en competencia con las compañías telefónicas. Pero, por otro lado, el desarrollo de las técnicas de compresión de banda están permitiendo la transmisión de un canal de TV por el par de hilos telefónicos convencionales, ofreciendo una solución de red de inversión mínima y proporcional a los abonados reales y unos servicios interactivos de TV a la Carta muy atractivos, con unas facilidades de manejo de la señal por el usuario similares a las que ofrece un video doméstico.
Paralelamente, esas mismas técnicas de tratamiento digital de las imágenes facilitarán la difusión directa y simultánea de cientos de programas de TV desde satélites, posibilitando lo que ya intentaron los sistemas de Distribución Directa por Microondas (MMDS), esto es, la TV por cable sin hilos, que no hace sino reafirmar la idea compartida por la industria audiovisual de la complementariedad de los sistemas de cable y satélite y de que lo importante es el concepto de TV de pago y no el soporte, siendo la multiplicidad de canales y las facilidades de Pago por Programa sus mayores atractivos.
A la hora de impulsar los Sistemas de TV por Cable no deja de sorprender las enormes diferencias de penetración que se observan en el mercado, así como los éxitos y fracasos que han cosechado tanto los defensores de los modelos liberales de USA y el Reino Unido, como los que consideran al cable una nueva infraestructura a promover desde los poderes públicos, modelo predominante en la Europa Continental. La razón es que existen numerosos elementos asociados, tales como costes, disponibilidad de programas, servicios ofrecidos por el operador de cable, ofertas alternativas, etc., que pueden ser condicionantes del éxito o fracaso de estos sistemas.
En conclusión, el Informe o Libro Blanco que se demanda debiera crear las bases para un Plan Nacional del Cable que explore las distintas posibilidades, incluídas la de la multiplicidad de modelos técnicos, de consorcios operativos y de separación o integración de las funciones de transporte y operación, tratando de integrar los intereses de las industrias audiovisual, electrónica y de instalaciones, de los medios de comunicación, operadores de telecomunicación y de otros servicios públicos e inversores de todo tipo, junto con los objetivos de las distintas Administraciones (central, autonómica y local), con el fin de procurar una regulación que posibilite que España afronte este reto con una visión de futuro, conscientes de que la TV por Cable es el paradigma del Hipersector de las Tecnologías y Servicios de Información, al reunir potencialmente todos los subsectores, intereses y sistemas técnicos posibles.
Artículo extraído del nº 34 de la revista en papel Telos
Comentarios