El fenómeno de la liberalización y desregulación abre a corto plazo una etapa de incertidumbre y feroz competencia en el sector.
Desde hace aproximadamente una década, la tendencia mundial considera que liberalización y apertura de mercados son factores importantes de eficiencia económica para la prestación y el uso de los servicios de telecomunicación en ámbitos nacionales, regionales e internacionales.
La liberalización del comercio internacional de los servicios dentro del GATT, la construcción del Mercado Unico Europeo (MUE), la globalización de los mercados mundiales de equipos de telecomunicación, la privatización de grandes parcelas del sector público y la competencia en los mercados interiores de los distintos países, está provocando una transformación de la estructura del sector de las telecomunicaciones.
Las empresas unidas tradicionalmente al sector de las telecomunicaciones y encargadas del suministro de los servicios básicos han sido en general las principales impulsoras de los nuevos servicios de telecomunicaciones. Otros agentes muy activos en su desarrollo han sido las compañías internacionales de telecomunicaciones, las empresas suministradoras de información y las especializadas en servicios de valor añadido.
Tradicionalmente, el sector se ha caracterizado a nivel mundial por la existencia de monopolios en la explotación de los servicios, mercados cautivos en la provisión de equipos y la consideración como un todo de la red, los servicios y los terminales necesarios para el acceso a los mismos. Es decir, prevalecía una industria de equipos y terminales que se relacionaba casi exclusivamente con los operadores de red; éstos actuaban como proveedores de servicios, vinculándose directamente con los usuarios, y los precios soportaban distintos tipos de subsidios cruzados.
Ahora, la situación está cambiando vertiginosamente con la entrada de nuevos agentes, incrementándose de manera notable el número de canales comerciales con los usuarios.
Pero el papel de las PTT ha sido especialmente destacado en servicios que no ofrecen rentabilidad a corto plazo y que además requieren importantes inversiones iniciales hasta conseguir una masa crítica de usuarios. Dentro de este grupo, British Telecom lleva ventaja en el desarrollo de los servicios avanzados, de forma paralela a la actuación de AT&T en el mercado norteamericano tras su desregulación.
¿Podrán las PTT resistir la competencia de empresas de reducida infraestructura dedicadas exclusivamente a pugnar por el control de la crema de las telecomunicaciones?
El servicio facsímil, de acceso a bases de datos, de correo electrónico, de intercambio electrónico de datos (EDI) y de videotex, crece en una proporción geométrica comparado al tradicional servicio de teléfonos. Así, el grupo de compañías internacionales de información (IBM, GEIS, EDS, Digital Equipment, Hewlett Packard, etc.) se ha especializado en servicios de datos y textos, operando en todos los países desarrollados bien de forma individual, bien mediante joint ventures con empresas nacionales. En general, utilizan soportes alquilados y su principal característica es la alta calidad de los servicios que prestan, dirigidos preferentemente a los grandes usuarios y a los que presentan una fuerte actividad internacional.
Dentro de ese contexto transformador, la Europa de la comunicación del próximo milenio deberá ofrecer otros servicios, muchos de los cuales todavía son desconocidos o se encuentran en estado embrionario. Por ejemplo, el mundo de la telefonía. La apertura de fronteras y la disolución de los monopolios en toda Europa serán las cuestiones clave a la hora de redistribuir las cartas en el sector.
El esfuerzo de los actuales protagonistas por posicionarse en el mercado, la materialización de las nuevas áreas de negocio que se están abriendo, la aparición de competencia significativa en los mercados de equipos y servicios, y el desarrollo de demandas muy especializadas en segmentos apetecibles del mercado, provocará tensiones en la adaptación entre oferta y demanda.
El comisario europeo de competencias, Karel Van Miert, descartó cualquier nuevo retraso en la anunciada liberalización para 1998, e incluso advirtió que no habrá prórroga para ningún Estado. Sin embargo, el temor de los Gobiernos a no poder competir en un mercado multinacional, abre un interrogante sobre aquel horizonte trazado por el Consejo de Ministros.
Ante la falta de un panorama homogéneo en la CE, la Comisión analiza distintas alternativas, cada una de ellas con el apoyo de operadoras en función del desarrollo de las telecomunicaciones en el país al que pertenecen, la evolución de la demanda de los consumidores y la propia capacidad competitiva de las PTT en un mercado sin fronteras.
Por un lado, British Telecom -a favor de la más completa liberalización-; otro grupo, integrado por France Telecom, Deutsche Bundespost y Telefónica de España -proclives a una apertura controlada, con un calendario estricto-; y un tercer bloque, con Gracia, el IRI italiano y Telecom de Portugal, partidarios de facilitar el desarrollo previo de las redes nacionales antes de afrontar la libre competencia.
Joaquín Osa Buendía, Subdirector General de la Dirección General de Telecomunicaciones, opina que, ante todo, las disposiciones comunitarias exigen una serie de cautelas para evitar que el ritmo vertiginoso del proceso conduzca a un rechazo total, o bien a un olvido voluntario. Por ello sugiere que las directivas deberían tener presente el principio de subsidiariedad y conciliar un proceso regulador de abajo (nacional) a arriba (comunitario, regional, mundial).
En cambio, para el Director de Marketing de British Telecom de España, Luis Camarena Checa, se debe acelerar y ampliar el proceso de liberalización. A su entender, «el éxito del MUE no se logrará sin un mercado de los servicios de telecomunicaciones homogéneo, liberalizado y competitivo, lo cual significa que los suministradores de servicios tendrán que entender perfectamente las necesidades de todos los usuarios».
A juicio del Director del Aula Fundesco, Vicente Ortega Castro, si bien la aparición de la digitalización ha afectado considerablemente la eficiencia del monopolio en las telecomunicaciones, hay que tener claro que «privatización no siempre es desregulación».
El Director General de AUTEL, César Rico González, opina, sin embargo, que si se observan las acciones comunitarias que materializan su política, se constata que están desintonizadas con la realidad del mercado. «Mientras que se liberalizan los mercados de terminales y servicios, se demora en establecer las condiciones reglamentarias y organizativas para que se establezca la competencia», asegura.
A su vez, Carlos Tirado Montero, Director del Departamento de Programas Sectoriales de Fundesco, advierte que aun admitiendo los beneficios de la constitución del MUE en términos amplios, su significado puede tener importantes efectos no deseados para las empresas españolas, e incluso para el sector español en su conjunto.
Considera que la dinamicidad del marco regulatorio europeo exige la continua adaptación de las estrategias empresariales a la nueva situación, y por ello para las empresas europeas la cooperación resulta imprescindible ante un panorama de constitución del MUE en 1998, en el que la competitividad en los mercados globales requiere unas dimensiones determinadas, o unos niveles de especialización y flexibilidad que actualmente no poseen las empresas europeas.
Aquí conviene recordar que, de acuerdo a los datos sobre el mercado para los países de la CE, EE.UU. y Japón, se observa que en el año 1990, en conjunto, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia controlaban el 26,6 por ciento del mercado mundial, al cual hay que agregar un 10,9 por ciento del resto de Europa. Frente a ello, Estados Unidos, por sí solo, se reservaba el 32,2 por ciento, y Japón el 15,8 por ciento.
En cuanto a la producción mundial de equipos de telecomunicaciones, EE.UU. contaba con el 26,5 por ciento, seguido muy de cerca por Japón con el 22 por ciento, y luego Alemania (7,6); Francia (7,2); Italia (5,6) y Reino Unido (5 por ciento). Es decir, que España se encuentra en una situación de retraso frente a otras cuatro naciones de la CE, y más aún, si se lo compara con EE.UU. o Japón.
Precisamente, según Diego López Garrido, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Castilla-La Mancha, estas cifras demuestran que «la gran debilidad europea está en la tecnología».
Y precisa: «Es una situación paradójica, porque, junto a la debilidad que representa el que en la CE existan doce mercados independientes de la telecomunicación, la existencia de monopolios o cuasi monopolios nacionales en la explotación de esos servicios y, en la práctica, en el suministro de los equipos correspondientes, es un elemento de fuerza en el encuentro con los gigantes de la telecomunicación norteamericana».
Desde este punto de vista, la creación de un espacio europeo de las telecomunicaciones, en el marco de la construcción de una Europa tecnológica, aspira a constituir un tercer polo electrónico mundial en Europa, que evite la degradación de las empresas europeas en posiciones subalternas de las multinacionales norteamericanas o niponas.
Según estimaciones de la Comisión de la CE, la apertura del mercado de los servicios de telecomunicaciones a la competencia en los doce Estados que la conforman, podría suponer, en el año 2010, multiplicar por cuatro su tamaño actual, lo cual representará absorber dos tercios de los empleos de la CE.
Ahora bien, ¿a qué se debe la resistencia de las operadoras y las administraciones -a excepción del Reino Unido- a la apertura de sus mercados tradicionales? La respuesta es simple: por un lado deben cargar con la parte no rentable del negocio, mientras que por el otro han de invertir en tecnología (con el riesgo de comprometer su economía) para poder ofrecer a las multinacionales servicios de calidad y precios competitivos con las nuevas redes que, en cambio, no necesitan renovar su infraestructura porque nacieron ya con la nueva tecnología digital. O sea, los nuevos operadores entrantes pueden ofertar precios más competitivos, puesto que los márgenes de beneficios son mayores.
El horizonte del año 1998 está ya al alcance de la vista. Con el fin de adaptarse al nuevo entorno, los operadores de telecomunicaciones y la industria han establecido marcos estratégicos, que se resumen en reestructuraciones organizativas, diversificación de productos e internacionalización, sin perder de vista la rentabilidad de sus empresas y su competitividad en un mercado global.
En consecuencia, los dos objetivos principales que se presentan hoy a las empresas operadoras de telecomunicaciones, son conseguir que la industria europea sea competitiva y establecer de manera consensuada las bases que conduzcan a una apertura del mercado.
Artículo extraído del nº 34 de la revista en papel Telos
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