La norma europea de 1.250 líneas y la nipona de 1.125, de transmisión analógica, en menos de una década quedarán superadas por las ventajas comparativas del sistema digital desarrollado en Estados Unidos.
La nueva televisión de alta definición (AD) es una realidad. En 1994 comenzará su comercialización, y a partir de entonces cualquier hogar de Europa podrá comprar un receptor equipado con el sistema de alta definición europeo, denominado HDMAC.
Japón goza ya de esta nueva tecnología, con la calidad de imagen y colorimetría apenas inferior a la europea. La puja ha sido tremenda. La llegada a la meta, casi igualada, pero otro ha sido el vencedor. Inesperado, por cierto.
Estados Unidos ha prevalecido sobre sus competidores, aunque no ha sido el primero en cruzar la línea, e incluso le restan aún unos metros para concretar su proyecto. Ha sabido desarrollar un sistema que supera a aquellos, de transmisión analógica, por otro digital.
Es decir, la diferencia entre uno y otro puede compararse con la siguiente suposición: es como si Europa y Japón acabasen de pasar del vinilo al casete, mientras Estados Unidos, en tanto, se apresta a oir música en compact-disc.
La historia comenzó a escribirse a finales de la década de los sesenta, cuando en Japón diseñaron la TV de alta definición (TVAD), un proyecto que se materializó veinte años después, a través del sistema denominado MUSE.
La alta definición utiliza pantallas que permiten recibir la televisión en el formato del cine, con una calidad semejante a éste y un sonido estereofónico impecable.
Su éxito estaba garantizado. La industria nipona muy pronto fijó sus ojos en el mercado europeo, que, aunque tardíamente, reaccionó con vigor, y en 1989 pudo lanzar su propia TVAD, el HDMAC.
Ambos sistemas son incompatibles entre sí. La razón es obvia: está en juego un mercado millonario en receptores, cámaras y equipo de transmisión. Y multimillonario en ecus, yen o dólares americanos.
El sistema europeo está basado en una norma de 1.250 líneas que cruzan la pantalla para formar imágenes, mientras que el japonés posee 1.125 líneas. Esa diferencia en líneas se traduce en una mejor calidad, que, aunque reducida, corre a favor de la tecnología europea, pero Japón le aventaja en algunos años de experimentación.
Años atrás, con la aparición de la TV color, el mundo básicamente quedó dividido en sistemas NTSC o PAL, con normas de 550 y 625 líneas, respectivamente. Tras la guerra inicial por imponer cada cual su norma, los industriales advirtieron que si fabricaban equipos y receptores convertibles, el mercado se ampliaría.
Las emisiones por satélites acentuaron el intercambio de programas y el mercado creció considerablemente.
Con la TVAD ocurrió algo similar. Japón debió resignar su aspiración por controlar todo el mercado, y volcó su creatividad en crear un sistema de conversión de ambas normas. En octubre de 1992, durante el Mercado Internacional de Filmes y Programas para la Televisión, el Video, el Cable y el Satélite (MIPCOM), realizado en Cannes, se anunció que muy pronto se habrá superado la barrera de la AD que separa a los dos sistemas, gracias a un conversor de norma.
Antes que una competencia salvaje, se ha optado por una complementación tecnológica. Sin embargo, para los industriales nipones y europeos el futuro no es promisorio. Más bien, se presenta negro.
Ocurre que EE.UU. ha desarrollado un sistema de tecnología digital, que si bien demorará algo más en llegar a los hogares americanos, cuando lo haga promete dejar obsoleta cualquier otra TV conocida o por conocer en el mediano plazo.
Los sistemas japonés y europeo son analógicos, aunque usan componentes digitales. Es decir, en la transmisión analógica las imágenes se forman por variaciones en la frecuencia de las ondas. En cambio, la técnica digital por satélite significa un salto cualitativo incomparable.
De esta manera, el proyecto de TVAD europeo envejece antes de llegar a los hogares.
SIN FUTURO
La empresa Zenith y su socio ATT, la única de EE.UU. que queda en este mercado hoy dominado por japoneses y europeos, a través de su HD digital podría liquidar de un golpe los dos estándares de TVAD. Curiosamente, en el proyecto de Zenith también participan las empresas europeas que impulsan el sistema de 1.250 líneas, una de ellas es la firma española PESA.
A pesar de este panorama poco alentador para el sistema europeo de alta definición, a partir de 1994 habrá emisiones en AD. El éxito de la programación experimental que se ha efectuado durante los Juegos Olímpicos de Barcelona, garantiza su calidad, pero no su comercialización futura.
Para entonces se prevé que podrá ofrecerse una programación deportiva y cultural atractiva como para inducir a la adquisición de un aparato de TVAD, cuyo precio actual es similar al de un coche utilitario, aunque para 1994 se supone habrá bajado.
Uno de los obstáculos es que estos receptores con pantallas de 16/9 sólo recibirán imágenes en alta definición, pero la oferta en programación todavía será muy reducida y costosa, ya que los televisores convencionales no están preparados para decodificar la señal de AD. ¿Qué cadena tiene material para hacer TVAD?.
Antes de vender los receptores, los fabricantes europeos (y los japoneses) deben convencer a las grandes cadenas de televisión mundial, para que adquieran equipos de AD. Ahora bien, ¿querrán las emisoras de TV invertir sumas fabulosas en cambiar su actual tecnología cuando saben que en poco tiempo más EE.UU. ofrecerá un sistema más atractivo, con una calidad de imagen y sonido semejante a la de un cinematógrafo?.
La respuesta la sabremos en poco más de un año.
En Japón todas las empresas del sector han unido esfuerzos para lograr una televisión en alta definición. En la CE, los intereses se han dividido alrededor de Thomson Consumer Electronics, de Francia, y Philips Electronics, de Holanda. Sin embargo, el proyecto impulsado por los dos gigantes europeos de la electrónica tropezó con la dificultad de imponer sus soluciones tecnológicas transitorias a las emisoras y usuarios de la TV satelital, algo que sí ha logrado el sistema digital americano.
La propia Comisión Europea ha visto frustrado su intento por asegurar la viabilidad del proyecto. Por lo pronto, unos días antes de que la llama olímpica fuera encendida en el estadio de Montjuic, la CE concedió 1.300 millones de pesetas a Visión 1.250, destinados a la TVAD experimentada durante los JJ.OO.
No fue fácil convencer a la CE acerca de la conveniencia de financiar a Visión 1.250, la empresa encargada de promocionar el estándar europeo, para que desplegara sus recursos durante los Juegos. El propio COOB no quiso arriesgarse con el sistema y decidió dejarlo a nivel experimental. En verdad,le estaba haciendo un guiño a EE.UU., que aspira a lanzar su TVAD en ocasión de los Juegos Olímpicos de Atlanta, en 1996.
Radio Televisión Española (RTVE), Radio televisiónolímpica (RTO) y Retevisión, en cambio, sí querían llevarlo adelante siempre y cuando Visión 1.250 corriera con los gastos.
Philips y Thomson aportaron cámaras, unidades móviles, equipos de edición, y todo lo necesario para una transmisión en AD. Una veintena de monitores en Barcelona y alrededor de setenta receptores distribuidos en toda España, demostraron las bondades del sistema.
Según el director de tecnología de Retevisión, José Luis Tejerina, la transmisión «marcó un hito en el desarrollo y la consolidación de la TVAD europea». Para él, el sistema americano es un desafío, pero no representa una amenaza.
En otros ámbitos de Retevisión, prefieren guardar silencio.
En cambio, el autor del acuerdo sobre la norma única europea, el comisario Filipo María Pandolfi, ha reconocido que los componentes analógicos desarrollados por Philips y Thomson serían sobrepasados por los equipos digitales dentro de una década.
Un juicio que no comparte Pieter Bögels, presidente de Philips, quien asegura que «en transmisión tenemos soluciones para satélite y cable, y si se necesita, poseemos también la capacidad de desarrollarlas para sistemas terrestres. Nosotros proponemos dos estándares en el mundo, uno conectado a 50 hertzios y el otro a 59,94 hertzios, y creemos que el de EE.UU. será compatible, ya que nadie podrá cortar el suministro a lo ya existente».
Un optimismo que no comparten muchas empresas europeas, que paralelamente están en EE.UU. investigando y colaborando con la futura tecnología digital.
Artículo extraído del nº 32 de la revista en papel Telos
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