El escenario en el que se juega la batalla de la comunicación del siglo XXI se abrió en Torremolinos. En el Palacio de Congresos y Exposiciones de esa localidad, durante todo el mes de febrero, 1.300 delegados de los 166 países miembros de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) debatieron el reparto de las ondas del próximo milenio y pusieron las bases para la adjudicación de frecuencias de las nuevas formas de comunicación, a saber: la nueva radio digital, la televisión de alta definición y las comunicaciones móviles.
El encuentro, que recibió el nombre de Conferencia Administrativa Mundial de Radiocomunicaciones (CAMR-92), será desde ahora punto de referencia obligado en el mundo de las telecomunicaciones y específicamente del sector audiovisual al menos durante los próximos diez años, según señalan los expertos.
La radio digital por satélite permitirá, entre otras cosas, sintonizar emisoras con la más alta calidad e incluso en situaciones de recepción muy difíciles, sin necesidad de cambiar de dial fuera de las fronteras de una región o de un país, y con la posibilidad de seleccionar los programas que se desee. La televisión de alta definición facilitará la recepción de programas con la misma calidad del cine y en pantallas panorámicas.
Por otra parte, las comunicaciones móviles harán posibles las conexiones instantáneas desde los teléfonos personales con cualquier parte del mundo, incluida la telefonía pública de avión a avión. Además, por primera vez, se atribuirán las bandas de frecuencias para comunicaciones entre astronautas.
La conferencia no fue espectacular, pero sí importante, debido a las consecuencias que va a tener para el mercado mundial de las telecomunicaciones y de la industria audiovisual. Los entendidos en la materia dicen que nos encontramos en una etapa en la que la radio y la televisión, medios de comunicación más extendidos, darán otra vuelta de tuerca histórica similar o incluso más importante que con la implantación del transmisor para la radio o del color en la televisión.
El propio Pekka Tarjanne, secretario general de la UIT, dijo en el acto de inauguración de la conferencia presidida por el anterior ministro de Transportes, José Barrionuevo, «que nos encontramos ante uno de los acontecimientos más importantes en materia de telecomunicaciones para la humadidad, puesto que se asignarán las frecuencias para la radio y la televisión del nuevo milenio». Pero no hay que olvidar que tanto la radio digital como la televisión de alta definición o los servicios móviles por satélite no estarán plenamente extendidos y comercializados en el mundo hasta el año 2000 ó 2005.
El aumento de ocupación de las ondas por emisiones de distinto tipo con el consiguiente deterioro debido a las interferencias, por una parte, y, por la otra, los avances tecnológicos, constituyen algunas de las razones que, en opinión de los técnicos, hacen necesario un nuevo planteamiento de la utilización del espectro radioeléctrico. Se trata, en definitiva, de una exigencia de calidad de comunicaciones al amparo de los avances tecnológicos.
ÚLTIMA OPORTUNIDAD DEL SIGLO
Pero el espacio, como elemento físico por donde circulan las comunicaciones, es un bien escaso y limitado y por eso re-quiere un ordenamiento. Dado que las comunicaciones hoy día se plantean en unos niveles planetarios, ese ordenamiento debe hacerse nuevamente en el ámbito internacional. La anterior conferencia mundial de radiocomunicaciones en la que se repartieron frecuencias se celebró hace doce años y las cadenas radiodifusoras y la industria electrónica, informática, audiovisual y de la alta tecnología en telecomunicaciones saben que ésta puede ser la última oportunidad antes del final de este siglo para ofrecer unos servicios de calidad sobre la base de las nuevas tecnologías de la comunicación.
La batalla por las ondas para ocupar los escasos espacios libres que quedan en el espectro radioeléctrico no resulta fácil. Entre otros bloques enfrentados en la materia concreta de radio digital por satélite se encuentran aquellos gobiernos que quieren mantener el control o, al menos, la protección de los actuales servicios (postura mantenida por el 60 por ciento de las administraciones europeas de telecomunicación agrupadas en la CEPT o Conferencia Europea Postal de Telecomunicaciones).
En el otro lado se afincan los radiodifusores institucionales o privados que quieren extraer más ventajas a los nuevos sistemas. En este último supuesto se ha alineado la UER (Unión Europea de Radiodifusión), que agrupa a unos 160 difusores de cerca de 100 países (contando los miembros activos y los asociados), la Asociación Internacional de Radiodifusión (que agrupa a muchos de los países de América Central y del Sur) y otros países aislados. Estados Unidos todavía no se ha decidido por uno u otro bloque.
En términos generales los países ricos -Estados Unidos, Japón y países miembros de la Comunidad Europea- pretenden llevarse las mejores bandas de frecuencias, aunque sea a costa de comprar, alquilar o pagar un peaje a otros países por usar determinada parte del espacio de otros países.
Otro exponente de la batalla resulta del enfrentamiento entre Europa y Estados Unidos en materia de telefonía móvil, ya que mientras que este último país defiende una red mundial basada en los satélites de baja cota -el programa Iridium de Motorola se refiere a 77 satélites que conectarían los teléfonos personales de todo el mundo-, Europa defiende su sistema GSM, o sistema móvil digital paneuropeo, que combinaría el satélite y la red terrestre.
La delegación española en cuanto tal se ha alineado en los aspectos más globales con el resto de los países de la CE, aunque algunos de los componentes de la delegación española, en cuanto miembros de la UER, mantengan, en casos concretos, la postura de este último organismo. Hay una propuesta netamente española a la comunidad internacional: la búsqueda de una banda de frecuencias para la radiodifusión sonora digital terrenal como complemento de la radiodifusión por satélite y otra para preservar los intereses operativos del Inta en materia de investigación espacial.
Artículo extraído del nº 29 de la revista en papel Telos
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