E
España, laboratorio de la diversidad cultural y de las contradicciones del Estado


Por Enrique Bustamante Ramírez

Editorial Khartala. Lluis Bonet et Enmanuel Négrier. La politique culturelle en Espagne
ISBN: 978-2-84586-918-9
París, 2007

La bibliografía y la investigación sobre las políticas públicas culturales no son ciertamente abundantes en España, y esta laguna ha tenido una influencia decisiva sobre la discrecionalidad de la política para hacer, deshacer, rectificar, progresar y retroceder en sus planes y realizaciones sobre la cultura con poca racionalidad muchas veces. El escaso debate en los medios de comunicación sobre estos aspectos, incluyendo las políticas de cooperación cultural exterior, ha reforzado la impunidad de los gobiernos y de los partidos para actuar en este campo al margen —con frecuencia— de las demandas ciudadanas, sin evaluaciones de resultados, con miopes ópticas partidistas o, simplemente, con el único objetivo de sacarse la foto con artistas y actores de renombre mediático.

La obra que comentamos debe por eso ser bienvenida a priori, aunque contenga la paradoja de haber sido editada en francés y en Francia, sin que nos conste una edición en español todavía.

Se trata de una obra colectiva, realizada por siete autores sobre capítulos en temas específicos, aunque se explicita que su origen fue un seminario mantenido en Barcelona. A lo que no hay nada que objetar, porque este ámbito es tan variado que es difícil que una o dos personas puedan abarcarlo completamente, salvo por el detalle de que en portada no se destacan más que dos autores, sin que se señale su carácter evidente de coordinadores o editores.

Lo más importante es que los diferentes capítulos suponen una interesante y, en ocasiones, novedosa aportación al estudio de las políticas culturales en el Estado español, presentado en la introducción de los coordinadores como un “laboratorio de la diversidad” en estas políticas públicas por su alto grado de descentralización, pero también por sus modelos diversos en coexistencia en el Estado central y las Comunidades Autónomas; y caracterizado, con plena razón en mi opinión, como un modelo administrativamente dominado por la tradición napoleónica de la actuación directa estatal, pero también por su naturaleza de “encrucijada de influencias” más que por un modelo propio de intervención en la cultura.

Precisamente estos valores del libro comentado hacen deplorar que el horizonte temporal contemplado en todos los capítulos y temáticas no coincida con cifras y estadísticas cerradas en 2003, 2005 ó 2007.

Políticas hacia la cultura clásica

Como muestra de la multiplicidad de sectores y perspectivas trazadas en esta obra puede repasarse brevemente su índice, aun advirtiendo que, como suele ocurrir en las obras colectivas, los niveles de combinación entre descripción, análisis y crítica resultan muy diferentes según los autores. Así, Xan Bouzada utiliza una perspectiva histórica para analizar el desarrollo de las políticas culturales en España y sus instrumentos, que ilumina ampliamente la actualidad, combinándose bien con el repaso de Juan Arturo Rubio a los treinta años de historia del Ministerio de Cultura; mientras que Rausell Köster se centra en la economía y en las políticas del patrimonio cultural en un tono más técnico que político, y Anna Villarroya despliega en cambio un notable aparato crítico para estudiar las políticas del espectáculo en vivo, revelando de paso los sorprendentes efectos de la globalización en estas actividades de original único y las contradicciones de unas políticas autonómicas y centrales no coordinadas en objetivos ni instrumentos.

Otro capítulo transversal es el que firma Fernando Vicario sobre las relaciones culturales entre España y América Latina, que repasa cumplidamente el paso de la retórica franquista ibérica a los discursos más democráticos aunque caóticos de la transición, y a las ejecutorias de los Gobiernos de Felipe González y José María Aznar, para abrirse cada vez más a una perspectiva iberoamericana (incluyendo el mundo lusófono). Se echa de menos que la etapa actual desde 2004, con sus importantes cambios estratégicos hacia una cooperación multilateral y para el desarrollo, apenas aparezca esbozada por un experto que ha vivido directamente este período en puestos importantes de la cooperación internacional.

Políticas sobre las Industrias Culturales

Mención aparte merecen otros capítulos de la obra, porque se dedican a analizar los sectores más modernos y dinámicos de la cultura y las políticas públicas destinadas a ellos. De esta forma, Lluis Bonet repasa el apoyo público a las industrias culturales, apuntando bien las contradicciones entre las políticas de apoyo a las empresas nacionales y los productos locales frente a la globalización económica. Lástima que en un texto de poco más de veinte páginas no quepa un análisis crítico de los sectores privilegiados y los postergados (como la industria fonográfica), de los escalones preferidos (producción) frente a los marginados (distribución, promoción y marketing, en ocasiones la propia creación), ni poco más que un apercibimiento sobre cómo las nuevas redes y soportes digitales están cambiando el mundo de las industrias culturales y, en consecuencia, exigiendo un cambio radical en las políticas públicas y sus herramientas. Pero también en este terreno, la conclusión fundamental de Bonet sería muy a tener en cuenta: «Las políticas culturales no pueden ser concebidas solamente a escala nacional, ni permanecer aisladas de las políticas económicas ni de los acuerdos comerciales entre los Estados en el seno de la Organización Mundial de Comercio».

El capítulo final, firmado por Enmanuel Négrier constituye, además de una visión integral de las políticas culturales, en particular las de España, sobre la totalidad de la cultura y las industrias culturales (incluidos los medios de comunicación), una auténtica síntesis de conclusiones sobre el tema, con un nivel crítico y una profundidad intelectual muy notables. Aquí se desnudan todas las paradojas de la evolución española: descentralización positiva pero descoordinación nefasta entre las CCAA y el Estado central, pero también entre los departamentos ministeriales de este último; desregulación audiovisual descontrolada y concentración inducida en grandes grupos; discurso oficial favorable pero escasos apoyos efectivos a las pymes; mezcla inextricable de filosofías y objetivos antitéticos entre “democracia” de la cultura y democratización cultural efectiva; laguna casi absoluta hacia las nuevas tecnologías que están transformando fuertemente el mundo cultural,…

El libro finaliza con una bibliografía general que da numerosas referencias sobre obras internacionales y teóricas sobre políticas culturales, aunque muestre grandes huecos en la bibliografía española sobre el tema, ya de por sí escasa.

En fin, podríamos por nuestra parte concluir del texto de Négrier que si España es hoy, como él afirma, un “laboratorio europeo de la diversidad” cultural, también es un revelador de todas las contradicciones del Estado europeo moderno ante la cultura y sus evoluciones. Y en esa línea, este libro resulta importante para estimular la investigación sobre tal campo en España.

Artículo extraído del nº 78 de la revista en papel Telos

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Enrique Bustamante Ramírez

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