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El modelo de la no-información


Por María Rosa Berganza Conde

Editorial Tecnos. Félix Ortega (coord.). Periodismo sin información
Madrid, 2006

Félix Ortega, Mª Luisa Humanes, Chelo Sánchez, Luis García Tojar y Ana Tamarit abordan en Periodismo sin información un asunto central acerca del ejercicio de la profesión que se realiza en España en la actualidad. El objeto de la obra es, sin duda, el tema clave o problema fundamental al que se enfrenta el periodismo en nuestro país, puesto que está relacionado de forma directa con el descenso de la credibilidad y la confianza en la profesión periodística.

Como han logrado exponer los autores con gran lucidez, a pesar de que la profesionalidad en el ámbito periodístico ha ido ganando terreno, junto a ella, y con frecuencia en los mismos medios considerados “de prestigio”, asistimos a la práctica creciente de un tipo de periodismo que se mezcla con el anterior que parece querer desentenderse de los acontecimientos. De este modo, se presentan, como si de noticias se tratara, temas donde, como se señala en el prólogo, «se hace pasar la mera opinión por información; la valoración por la descripción; el montaje por el rigor». Tal como lo describe con claridad Ortega en el primer capítulo, se trata de un tipo de periodismo en el que, en lugar de información, se ofrecen invenciones, falsedades y tergiversaciones al servicio de objetivos que superan el ámbito profesional. La falta de contenidos informativos se suple por la verosimilitud de lo que se cuenta y por su credibilidad, fundamentada esta última solamente en que alguien ha declarado algo. Se trata de un modelo de periodismo que tiene su origen en el desarrollo de la profesión dentro de un contexto no democrático.

La obra, coordinada por Ortega, posee un profundo calado teórico y práctico y supone un avance en la investigación acerca de los modelos profesionales. El modelo de la no información puede considerarse como un desarrollo del modelo pluralista-polarizado definido por Hallin y Mancini en 2004. Un modelo que puede encontrarse, según estos últimos autores, en la Europa mediterránea (España, Francia, Grecia, Italia, Portugal) y que se caracteriza por «la superposición entre los mass media y la política, por un desarrollo más débil de los media comerciales y por una fuerte intervención del Estado» (Hallin y Mancini, 2004: 15). El modelo de la no información se enmarca dentro del pluralista-polarizado, aunque posee unas características peculiares que responden al caso español y que se pueden aplicar tanto a los medios nacionales como a los locales –tal como logra demostrar empíricamente de una manera excelente Tamarit en el último capítulo–. El surgimiento del modelo puede explicarse, según los autores, por las circunstancias históricas y sociales de su aparición.

La definición del modelo de la no información y el establecimiento de sus características entronca también con los estudios acerca de las actitudes, motivaciones y tipología de profesionales. En este sentido, esta obra supone el desarrollo de una línea de trabajo iniciada ya en España por estos autores (véase Ortega y Humanes, 2000; y las tesis doctorales de Tamarit y de Sánchez) y por otros, como Canel, Rodríguez Andrés y Sánchez Aranda (2000); García Cortázar y García de León (2000), o Martín Sabarís y Amurrio Vélez (2003).

Se trata de un ámbito de estudio de gran interés, ya que ha supuesto, en primer lugar, la comprobación, para el caso español, de las tipologías diseñadas por otros investigadores en el ámbito internacional (Janowitz, 1975; Johnstone, Slawski y Bowman, 1976; Weaver y Wilhoit, 1986 y 1996; entre otros). Por otro lado, esta línea de trabajo ha servido para conocer las peculiaridades de los profesionales españoles –un colectivo opaco y poco estudiado empíricamente– a través de una metodología rigurosa.

Periodismo sin información posee, además, un componente de denuncia del mantenimiento de un tipo de periodismo poco profesional inmerso incluso en los medios españoles considerados de prestigio. Un tipo de periodismo que se mezcla con el de calidad, sin que se establezcan límites entre uno y otro. Ello genera un problema fundamental, como señala Ortega (pág. 27): «Al no existir dentro de la profesión periodística la capacidad o la voluntad de diferenciar uno y otro, las posibilidades de que el último contamine, desdibuje y se amalgame con el primero son elevadas».

Las manifestaciones del modelo

El libro está dividido en cinco capítulos, escritos cada uno por un autor/a, que, a pesar de ello, están perfectamente ligados entre sí. En este sentido, se aprecia una gran similitud en los planteamientos centrales que revelan no sólo una misma perspectiva de análisis respecto al tema, sino también una homogeneidad de planteamientos respecto a la profesión y a los estudios sobre ella y una gran rigurosidad teórica y metodológica a la hora de analizarlos.

El primer capítulo, firmado por Ortega, establece las características del modelo de la no información y las circunstancias históricas y sociales en las que surge. Este capítulo inicial, por tanto, constituye la clarificación teórica del modelo y el marco dentro del cual debe entenderse el resto de la obra. En los siguientes se exponen las principales manifestaciones del modelo.

Humanes muestra cómo la espectacularización y la banalización afectan tanto al periodismo “rosa” como a otros formatos y contenidos considerados “serios”, como la información política. De esta manera se impone el «triunfo del entretenimiento sobre el conocimiento en los contenidos periodísticos» (pág. 66). Leer algo de esta autora es garantía de calidad, novedad en los planteamientos, profundidad en los análisis y actualización bibliográfica. Una de las principales aportaciones teóricas del capítulo que firma es la de situar el modelo español de la no información dentro de los estudios sobre la “tabloidización” de los medios y la investigación sobre los modelos profesionales. Otra es de tipo metodológico: las páginas iniciales suponen una guía magnífica y un ejemplo para la elaboración de análisis sobre la devaluación de la información en los medios.

El predominio de la opinión sin fundamentar y vertida irresponsablemente en las tertulias radiofónicas es el objeto del trabajo de Sánchez. En su contribución resaltan dos aspectos. En primer lugar, el definir con toda claridad en qué consiste el ejercicio profesional de la opinión y las exigencias mínimas para su puesta en práctica. Y en segundo lugar, a partir de este establecimiento conceptual, la autora logra demostrar empíricamente hasta qué punto está extendido en las tertulias radiofónicas el ejercicio irresponsable de la opinión. Lo muestra eficazmente a través de diferentes entrevistas y una encuesta a 108 contertulios políticos de distintas cadenas radiofónicas.

García Tojar aborda, a través de tres estudios de caso, otro ejemplo del ejercicio del periodismo sin información: los productos con pretensión de rigor histórico de algunos periodistas cuyo trabajo, según el autor, parece responder más a la novela histórica y cuyo objetivo es influir ideológicamente más que contribuir al conocimiento. La aportación más interesante del capítulo es la de esclarecer conceptualmente y empíricamente el trabajo del historiador y del escritor de novelas históricas –tarea esta última que ejercen con legitimidad muchos periodistas– y de diferenciarlo de otros ejercicios profesionales pocos serios.

El periodismo que se practica al servicio de intereses organizados y actores influyentes convierte en muchos casos al periodista local en un simple transmisor de comunicados y de contenidos propagandísticos. Este es el planteamiento del capítulo firmado por Tamarit. Destacan en él la capacidad sintetizadora de la autora y, como se ha señalado anteriormente, su contribución empírica a los estudios sobre actitudes y rutinas profesionales.

Artículo extraído del nº 71 de la revista en papel Telos

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