A
Apuntes al hilo de la mediación educativa hoy


Por Antoni MercaderAntonio Bartolomé

La introducción a este dossier monográfico, por parte de sus coordinadores, exige desgranar algunas reflexiones básicas sobre el eLearning y el Blended Learning, y sobre cómo se han introducido en la Educación Superior. Unos procesos que adquieren hoy una importancia capital en la enseñanza y en toda nuestra vida social.

No se puede salir al paso, siempre que se habla de enseñanza a distancia, siempre que nos referimos a cualquier aspecto relacionado con la formación no presencial, diciendo que lo que estamos haciendo es cosa de las “nuevas tecnologías”.

Esta expresión, “nuevas tecnologías” (así, entrecomillada) condicionó y sigue condicionando el acercamiento al uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en la educación hasta el punto de que a muchos de los docentes (al nivel que sea) que empezamos a trabajar con los sistemas de vídeo, primero, y con el ordenador, después, nos ha quedado el convencimiento de que, antes que nada, las TIC hace tiempo que han dejado de ser nuevas y que es necesario erradicar la creencia generalmente aceptada de que éstas están en todo, pueden con todo, lo arreglan todo.

Decididamente, estamos en contra de la expresión “nuevas”; el currículo de las TIC en nuestra sociedad es amplia y largamente demostrado como para dejar de considerarlas como las protagonistas de la renovación del aprendizaje en el cambio de milenio.

Ya no es tanto un posicionamiento característico de la posmodernidad más radical, la de abandonar la categoría de lo nuevo, la de ser crítico con la necesidad de la novedad continua que tuvieron los modernos; es la raigambre de tantos aplicados colegas estudiosos del quehacer educativo, es la salvaguarda de la herencia aquello que nos mueve a reivindicar lo conceptual (metodológico y programático, sistémico), lo sensible y emotivo (producción de sentido) por encima de lo tecnológico y algorítmico.

Aquí (desde la oportunidad de coordinar un Cuaderno Central de la revista Telos), por nuevo entendemos aquello que cambia con rapidez. Lo único aparentemente “nuevo” es el escaparate de los productos tecnológicos renovados, muchas de las veces, con intenciones de puro malabarismo del marketing. Esto poco tiene que ver con lo que vamos a tratar; sirva, pues, de preámbulo.

Más cerca que lejos

Vamos a tratar de estrategias formativas, de modalidades de aprendizaje, de metodologías, líneas y técnicas de la enseñanza presencial, no presencial y las combinaciones que podemos conjugar entre ambas; de cómo estas son percibidas y cuál es su impacto en la sociedad educativa.

Inmediatamente de nuevo aparece un condicionante, el de sobredimensionar y otorgar excesiva importancia a la distancia. En un ámbito cultural como el de la educación, enseñanza, aprendizaje, formación en el que siempre se ha privilegiado el contacto directo, la transmisión cercana, plantear hacer algo a distancia, la idea de alejar al emisor del receptor, de entrada, no ha sido nunca bien vista. No creo que debamos empezar a establecer un dilema econiano distinguiendo entre apocalípticos que “temen” a la distancia e integrados, que se “someten” a ella.

El factor distancia en la relación espacio-temporal de celebración de la transmisión de conocimiento es una cuestión de primer orden. Pensar que el distanciamiento en la consumación del hecho educativo, creer que la formación de forma no presencial (docente y discente dejan de estar cara a cara, frente a frente) son anomalías e incluso perversiones que complican considerablemente lo que aquí se va exponer.

A nuestro modo de ver, la clave diferenciadora entre presencialidad y no presencialidad recae o radica en la instancia de diseño de la actividad de capacitación y en la elección de la metodología más adecuada a cada planteamiento o situación concreta.

No creemos que el pensamiento educativo pueda basarse en la búsqueda de un medio para comunicar y transferir conocimiento de la forma más barata, simple y efectiva. Quien así piensa está en las antípodas de nuestros intereses. Seguro que ésta no ha sido la motivación de la gran mayoría de los ensayos y experimentaciones que se han hecho en los últimos treinta años. Hay algo más, y es en este algo más donde está la clave del conflicto. El algo más está en entender el aprendizaje como resultado de una conversación, en ver al profesor como un catalizador, en considerar el enseñar como un acto performático y en postular que la distancia no es el olvido.

¿Qué nos movió a adoptar estos presupuestos?

La flexibilidad, el riesgo en las apuestas, la búsqueda del porqué. Teníamos muy claro que se trataba de superar aquello que llamamos “magistral” por algo más participativo, más compartido en el colectivo docente + discente.

Romper el discurso (¡ojo!, que empezó todo al propio tiempo que nuestro sistema no democrático se mudaba) unívoco, lineal, narrativo, cronológico, convencional, no políticamente correcto, etc.

También la realidad de una sociedad en la que poseer ciertas competencias en el manejo de la información suponía situarse a un lado u otro de la brecha digital, cuando esas competencias podían suponer la diferencia entre el ciudadano crítico y participativo, informado de acuerdo con sus propios universos, no sometido a los poderosos mecanismos de control del pensamiento vía manejo de la información, … y el ciudadano que, creyendo tener opinión, no hace sino repetir las frases que el universo mediático pone en su boca.

Frente a quien piense que el Blended Learning o e-learning son respuestas metodológicas, o quien vea en ellas soluciones a un problema de costes, nuestro punto de partida es que estas y otras soluciones que aparecen son la evolución de la respuesta de educadores/profesores que ven el proceso de formación como una entre otras acciones de transformación social.

¿Qué nos mueve a seguir?

Corresponder a la actualidad del concepto –renovado día a día en los últimos cincuenta años– de información/documentación; sintonizar con el manifestado deseo de los estudiantes de aprender de otra manera.

Atender a las lógicas cambiantes. Debemos considerar que desde los años 70 del siglo pasado para acá han ido desfilando continuamente comportamientos inducidos o aprendidos en la mayoría de los casos desde la tecnofilia galopante. De la lógica impuesta por la televisión a la de los videoclips, pasando por la del ordenador. Ahora “toca” la de Internet, justo cuando acabamos de asumir la del cajero automático (sistemas interactivos).

Todo ello redunda en aceptar que hemos pasado del texto al hipertexto y que nos hemos dotado de una videoescritura. Acontecimientos relevantes que marcan una conversión sustancial.

Han sido momentos de descubrimientos significativos como el de la consideración de los flujos de traspaso o el del comportamiento viral o el de la operativa capacidad de creación de comunidad.

Hemos reforzado (ampliado) las tipologías de trabajo, junto a la capacidad de trabajar en vivo (experimentar en directo) y de hacerlo en abstracto (especular), hemos desarrollado la capacidad de hacerlo in símbolo (mediante procesos simbólicos con la ayuda de las prótesis informáticas).

Estos refuerzos, amigos, se hacen notar; de aquí que pretendamos contarles aspectos relacionados con todos ellos. Y la mejor manera de hacerlo es dejarles con los especialistas y expertos que han considerado interesante participar en la confección del Cuaderno.

En este número

Ante un tema tan tratado, ¿qué aproximación hacer? Hemos seleccionado algunos puntos de reflexión que nos permitirán marcar las grandes pautas de interpretación del Blended Learning y el e-learning.

Algunos textos realizan estudios teórico-conceptuales: un análisis del proceso global de universalización tecnológica (Martí, Franquet, Perez-Portabella), una reflexión sobre los cambios en la forma como nos comunicamos y accedemos a la información y sus repercusiones en la docencia universitaria (Bartolomé, Aiello), y el estudio de la mediación tecnológica en los procesos educativos (De Pablos).

Otros se centran en algunas herramientas, las menos conocidas o más novedosas y que están generando mayores expectativas en este momento: Rune repasa las posibilidades de los últimos recursos para la comunicación el trabajo colaborativo (blogs, wikis) mientras Barrientos-Villaseñor presentan los objetos de aprendizaje como última forma de estructuración y construcción de contenidos instructivos.

Finalmente, las aportaciones de Pernias y otros analizan algunos recursos más próximos y cercanos con relación a la docencia universitaria en estos ámbitos.

Entre estos autores hemos escogido algunos nacionales y otros extranjeros, todos conocidos expertos en sus respectivos ámbitos de trabajo.

Y para completar, unas páginas con recursos seleccionados desde el Laboratorio de Medios Interactivos de la Universidad de Barcelona.

Y para terminar

Lo que somos y hemos sido es usuarios de la mediación educativa y sólo en segundo lugar de las TIC y sus deslumbrantes –muchas veces desconcertantes– facetas.

Deberíamos haber empezado diciendo que hemos pasado de utilizar las TIC como transmisoras a tenerlas como aliadas “facilitadoras” de (espacios) entornos de aprendizaje y potenciadoras y creadoras (mediadoras) de contenidos.

Y, así, con este espíritu hemos contribuido a la coordinación y configuración de este Cuaderno Central que les presentamos.

Artículo extraído del nº 67 de la revista en papel Telos

Ir al número Ir al número