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Radio, ciudadanía y comunicación pública


Por Valerio Fuenzalida

Editorial Gedisa. Rosalía Winocur. Ciudadanos mediáticos. La construcción de lo público en la radio
Barcelona, 2002

El libro de Rosalía Winocur, antropóloga y profesora en la Universidad Autónoma de México, sobre el sistema radiofónico debe ser muy bienvenido por varias razones. Es un trabajo de investigación que enriquece el escaso conocimiento latinoamericano acerca del medio radial, bastante abandonado académicamente, a pesar de que, junto a la televisión, es el medio universalmente presente en los hogares de la región. Es un trabajo acerca de la producción y recepción de emisiones radiales en hogares; esto es, es un trabajo de campo, y sabemos lo difícil que es realizar trabajos de campo desde la Universidad. Y finalmente es un trabajo académico que aborda –desde la perspectiva de la producción-recepción radial– uno de los puntos más controvertidos en nuestra actualidad: la relación de los medios de comunicación con la construcción de ciudadanía.

Este comentario quiere destacar algunos aspectos del libro y algunas provocaciones que sugiere. En su capítulo inicial el libro hace un aporte a los investigadores al exhibir una enorme creatividad para diseñar e implementar un trabajo de campo al interior de los hogares; definida la familia-hogar como la unidad cultural para el estudio de la recepción radial, el investigar la recepción en su hábitat cotidiano (el hogar, el automóvil, la oficina) se torna complejo no sólo por el alto coste económico involucrado, sino también por la invasión de la privacidad con observadores externos –lo cual lleva, más grave aún, a desconfiar de la información finalmente obtenida–. Winocur resuelve creativamente estas dificultades seleccionado una muestra (con ciertas características y ensamblando algunos datos cuantitativos) de hogares de entre sus propios alumnos en cursos universitarios, y entrenando a los estudiantes-observadores en la toma de distancia etnográfica para trabajar con las técnicas de la observación y de la entrevista en profundidad. Así, nos exhibe un diseño con un coste económico posible para la Universidad, con muy baja intrusividad y, correlativamente, de alta confianza, que capacita a nuevos investigadores en las técnicas de la etnografía de la comunicación. Éste es un primer aporte estimulante, y no menor, pues se inscribe en la gran tradición de la mayoría de las investigaciones importantes en el campo de las comunicaciones que habitualmente han ofrecido creatividad para enfrentar limitaciones y dificultades metodológico-operacionales –en lugar de la poca imaginativa lamentación por la carencia de recursos–.

El segundo capítulo presenta una sustantiva historia de la evolución del medio radial mexicano desde los años 30, inserta en los cambios socio-culturales y en diálogo con la presencia de otros medios, con las consecuentes adaptaciones en la programación radial. En los capítulos tres, cuatro y cinco se presenta un enorme conjunto de resultados y análisis generados por la investigación de la producción de once programas radiales y de su recepción en el hogar. De ellos, yo quisiera destacar dos temas muy provocativos. Esta investigación de la producción radial actual y de su recepción hace tambalear, en mi opinión, el valor de conceptos teóricos formulados en los años 70 acerca del sentido dominante o preferencial, negociado, y opuesto; tales conceptos fueron formulados no sólo para géneros informativos, sino bajo el presupuesto teórico de una acción ideológica desde el emisor “linealmente” hacia el receptor. ¿Qué valor tienen estos conceptos para analizar géneros nuevos e interactivos que se construyen en base a llamados de los receptores (“Ustedes y nosotros”, “Ké buena está la mañana”, etc.) a programas donde las audiencias interpelan a las autoridades (“Voz pública”), donde se debaten e investigan temas ciudadanos (“Yo ciudadano”), donde se expresan minorías (“Medianoche en Babilonia”), y donde –a diferencia de la televisión– se incentiva la creación de redes de intercambio y de comunidades virtuales (“Pregúntale a Emi”)?

El hogar como atalaya

La investigación de Rosalía Winocur acerca de la recepción situada en el espacio-tiempo psicológico-cultural del hogar también pone en debate la nueva imbricación de lo público-privado a través de la percepción subjetivizada de la política, y la redefinición del concepto de comunicación pública. Medios como la radio y la televisión, recibidos masivamente en el hogar, introducen una fuerte percepción de la política y una valoración de lo público a partir de la vida cotidiana familiar, no sólo por la publicidad comercial exhibida, como se pensaba hace unas décadas, sino también porque el hogar es la situación de la vivencia subjetiva de la pobreza y del subconsumo, de la percepción existencial de la pésima calidad de los servicios públicos (salud, seguridad, vivienda y urbanismo barrial, educación) y de la experimentación familiar del mal trato de los diversos funcionarios en los diferentes niveles gubernamentales.

La vida cotidiana privada en el hogar está introduciendo un reordenamiento en el aprecio de la tríada de los derechos ciudadanos: desde el hogar, los derechos sociales –que se refieren a la calidad de vida– aparecen con prelación sobre los derechos civiles (igualdad ante la ley, libertad de pensamiento y expresión, derecho a la propiedad, etc.) y sobre los derechos políticos (elegir y ser elegido). América Latina con un promedio de un 43 por ciento de pobreza, según las mediciones regionales de opinión pública, aparece crecientemente como una población que no aprecia la democracia política sin ciudadanía social. La relación hacia lo público desde las vivencias insertas en la pobreza masiva y cotidianizada del hogar cambia la percepción dicotómica ciudadano versus consumidor, tal como ha sido formulada para el ciudadano europeo-consumidor satisfecho.

La valoración de la ciudadanía social desde la pobreza y el subconsumo tiene legítimos énfasis diversos a la percepción de la ciudadanía desde el énfasis iluminista en la discusión conceptual acerca del ideal abstracto de ciudadanía política y civil –tema que también aparece en Europa en las crecientes minorías de inmigrantes, maltratados y subconsumidores (relativamente)–. Y este nuevo contexto de ciudadanía social también rearticula la conceptualización de la comunicación pública: en el contexto latinoamericano no sólo no ha funcionado la propaganda gubernamental populista y caudillista, sino que tampoco puede constituirse en paradigma ideal de comunicación pública un modelo de ethos cultural europeo que exhibe el debate conceptual de minorías ilustradas ante un espectador regional pasivo, subconsumidor y de ethos narrativo-oral más que conceptual. Y esto vale tanto para la comunicación pública masiva –nacional, regional, metropolitana– como para la comunicación comunitaria popular. Discrepando de las ideas populistas de una democracia medial y sin mediación de representación política, la investigación apunta a una comunicación participativa más situada desde el nuevo contexto del hogar, que incorpora nuevos temas y nuevas necesidades (invisibles desde fuera del hogar), nuevos actores y grupos de la sociedad civil. El trabajo permite recuperar en su valor público géneros y temas de comunicación radial que han sido descalificadas por la política y por la academia tradicional.

Finalmente, un comentario de deconstrucción auto-irónica: en las páginas 184 y siguientes del libro se habla de nueve estrategias de validación del discurso por parte de los periodistas radiales; sin embargo, muchas de ellas las usamos también nosotros para validar nuestros propios discursos académicos. No sólo los medios «construyen» la realidad –sin embargo, hay una forma de expresarlo que suena a como si hubiese un lenguaje (¿el cotidiano?, ¿el científico?) que no «construyese» la realidad–; y si construimos la realidad desde la subjetividad personal y grupal, entonces todos disponemos de estrategias de validación discursiva.

La discusión teórica que plantea y suscita el texto se origina, en mi opinión, en un análisis muy atento a la información que proviene del trabajo de campo; ésta entra en diálogo con las discusiones conceptuales previas y muy a menudo la autora opta por posiciones de autores latinoamericanos (Lechner, Martín Barbero, García Canclini, Mata, y otros) ya que darían mejor cuenta conceptual de nuestras peculiaridades. Si insistí al comienzo de este comentario en valorar la creatividad en el diseño del trabajo de campo es porque finalmente creo que es éste lo que hace la diferencia entre el académico que genera conocimiento efectivo y útil de nuestra realidad cultural-comunicacional y el académico que sólo es un divulgador de conceptos aprendidos de prestigiados académicos europeos o norteamericanos. Debemos agradecer la aparición de este trabajo de campo por su valor para ampliar el conocimiento del medio radial, por incentivar un potencial de uso social para nuestros países, y por replantear con énfasis regional el tema de la ciudadanía, los medios y la comunicación pública.

Artículo extraído del nº 62 de la revista en papel Telos

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