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El cuerpo y la memoria. Imagen de la Transición española


Por Luis Deltell

portadaCarisma e imagen política. Líderes y medios de comunicación en la Transición

Vicente J. Benet, Nancy Berthier, Rafael R. Tranche y Vicente Sánchez-Biosca (Eds.)

Valencia: Tirant Humanidades, 2016, 341 p.

ISBN: 978-84-16786-08-4
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Dos son los conceptos que se indagan en este libro: el cuerpo y la memoria. Ambos son complejos y actuales. Desde hace unas décadas, el cuerpo se ha impuesto en el debate académico e intelectual. No hace mucho, las discusiones universitarias tendían hacia las teorías y las ideas últimas y parecían arrinconar o, al menos, separarse lo más posible de lo material. Sin embargo, en diversos lugares del mundo, desde el periodo finisecular del siglo XX, el cuerpo humano se ha ido instalando, poco a poco, en el discurso sobre la realidad. Primero en Francia, con los trabajos de Jean-Luc Nancy, más tarde en EEUU, con la poderosa reivindicación de Judith Butler y, por último, en España, con los valientes textos de la catalana Marina Garcés. El cuerpo, la necesidad de hablar de nosotros como algo con materia voluble y concreta, se ha impuesto en el conocimiento humano.

No menos actual es el concepto de la memoria. En este caso, el análisis se centra en la Transición española. Resulta obvio que se trata de unos los periodos claves de la Historia reciente y que existe un interés por elaborar un nuevo discurso sobre estos años, alejado de la visión canónica que hasta ahora se ha establecido de los mismos. Así, las nuevas publicaciones plantean una lectura propia, con lo que conlleva de ruptura, de esos años. Es evidente que tras el 15-M, el relato oficial de la Transición se ha tambaleado.

El trabajo que coordinan Vicente J. Benet, Nancy Berthier, Rafael R. Tranche y Vicente Sánchez-Biosca se enmarca en esta doble búsqueda. Sin embargo, y este es uno de los grandes hallazgos del trabajo, no hay que esperar en sus indagaciones una mera continuidad de las ideas de los autores previos, sino una lectura realmente nueva. De hecho, el título del libro ya contiene un posicionamiento innovador: Carisma e imagen política.

A diferencia de la palabra cuerpo, a la que recurrirían la mayoría de los autores actuales, los coordinadores optaron por reutilizar un concepto mucho más antiguo, cargado de significado político y religioso y, en suma, problemático. La idea de carisma, aunque se use simplemente como un posible sinónimo de fotogenia o simpatía, conlleva una fuerte huella salvífica. Los editores del libro no esquivan este óbice, sino que lo plantean desde el mismo arranque y audazmente nos invitan a reflexionar sobre la noción de carisma en toda su plenitud. Por ello recurren a Weber y a Bloch para plantear al líder como necesariamente carismático; es decir, atractivo y simpático, pero también sanador y salvador.

Así, el punto de partida de esta investigación nos atrae conceptualmente, ya que se encuentra muy alejado de una mera repetición de planteamientos y postulados previos. Los cuatro editores han logrado, en estudios previos, formular conceptos nuevos o reutilizarlos con talento: Nancy Berthier definió la teoría de la película-evento -concepto que se impondrá en la historia del audiovisual español-; Benet recondujo el sentido de modernidad en el cine español, y Tranche y Sánchez-Biosca fueron los primeros en manejar de forma coherente el sentido de los lugares de memoria de Nori en los documentales del No-Do. Parece, por tanto, que la idea de usar carisma en vez de cuerpo o fotogenia es, ciertamente, arriesgada, pero, a la vez, sugestiva.

El líder carismático

La investigación aborda el estudio de la representación de los líderes que se hicieron en los medios de comunicación. Así, se aborda el análisis de fotografías esenciales, como las de César Lucas en la noche electoral de 1982 o la instantánea de Adolfo Suárez sentado solo en la bancada del Gobierno, tomada por Marisa Flórez en septiembre de 1979. Pero también, y esto resulta interesante, se preocupan de contextualizar las fotografías en los soportes y modos que las hicieron famosas, como es el caso del análisis que realiza Gonzalo Abril de una de las imágenes del famoso reportaje que organizó la revista ¡Hola! para encumbrar al príncipe Juan Carlos en 1975.

El caso de la imagen del monarca es una de las claves para entender el significado del carisma. Los autores recurren a Žižek para explicarlo. Según el esloveno, las monarquías se derrumban cuando los súbditos toman consciencia de que ese carisma no es más que un gesto ‘performativo’ que los medios reproducen y amplifican. Muchas de las imágenes icónicas de la Transición se basaron precisamente en ensalzar y mantener ese poder salvífico del monarca.

Sin duda, otro de los cuerpos decisivos es el de Adolfo Suárez. Los autores abordan la construcción, el desarrollo, la caída y la resurrección del carisma del presidente por medio de las imágenes publicadas. Lógicamente, para ello los autores recurren con frecuencia al libro de Javier Cercas, que es en el fondo una odisea de ese viaje carismático. Pocos políticos han mostrado una evolución tan clara como Suárez: un surgimiento fotogénico, un momento carismático pleno, un descenso a los infiernos, un abandono y olvido y, tras una larga enfermedad y su fallecimiento, una reivindicación y un renacer carismático.

El monográfico recoge investigaciones de más autores que los citados. Es imposible abordarlos todos en tan breve espacio; empero, sí quiero recurrir a uno de los textos escrito por Juan Francisco Fuentes y, más concretamente, a la cita que recoge de Plutarco sobre Julio César. Nos recuerda que Cicerón intentó desenmascarar las pretensiones autoritarias del futuro emperador pero que, al verle en su esplendor físico -alto y fibroso-, y al fijarse en su bien dispuesta cabellera, le era imposible no sentir admiración por él. El talento y el carisma de un líder puede, desgraciadamente, residir precisamente en los rizos del pelo. De ahí que a Julio César le atormentase tanto su incipiente calvicie.

El monográfico se cierra con la célebre fotografía realizada por el hijo de Adolfo Suárez del encuentro entre el monarca y su padre, ya gravemente acosado por el alzhéimer, en el verano de 2009. La imagen se publicó en la portada de los grandes diarios del país y, súbitamente, devino en una imagen-evento. En ella se veía a ambos de espaldas paseando por un parterre. Los dos protagonistas de los años iniciales de la Transición parecían ancianos y agotados. Podían provocar simpatía y aun respeto, mas su imagen ya carecía de la plenitud carismática que alguna vez tuvieron.

Artículo extraído del nº 107 de la revista en papel Telos

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