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Nuevas formas de interactuar, nuevas responsabilidades


Por Natalia Bastarrechea

Los jóvenes han integrado la tecnología en su vida cotidiana de forma nativa y natural y no la ven solo como una vía de comunicación o de búsqueda de información, sino también como una forma de convivencia e interacción; sobre todo en lo que se refiere a Internet, que les ayuda en sus relaciones sociales y les apoya a la hora de adaptarse e integrarse en un mundo que ya está dominado también por esa misma tecnología.

Con el uso que dan a la tecnología, los jóvenes han creado un nuevo concepto del espacio-tiempo. Están conectados con las personas y con las cosas que les importan en cualquier momento o lugar, y son a la vez productores y consumidores de contenido, es decir, prosumidores. En los entornos virtuales, su acción participativa se incrementa, ya que pueden acceder a la información pero también tienen voz para hablar, opinar y ser escuchados. Y en este proceso, las plataformas sociales cobran un especial protagonismo. En ellas, los jóvenes tienen un papel totalmente participativo a la hora de crear y compartir contenidos.

El hecho de que a las nuevas generaciones les guste estar conectadas expresa también una necesidad de formar parte de una comunidad, de encontrar compañeros con los que compartir los mismos intereses, objetivos o necesidades. Algo que, por otra parte, no es nuevo, ya que el sentimiento de pertenencia a un grupo es inherente al ser humano.

Además del espacio-tiempo, los jóvenes también están modificando el lenguaje, que se ha convertido en algo vivo que se adapta al entorno y que evoluciona al tiempo que lo hace el escenario en el que ellos mismos se mueven socialmente. La forma en que conversan, aprenden y se comunican ha cambiado. Utilizan mensajería instantánea, fotos, vídeos, emoticonos… con el fin de expresarse de formas cada vez más novedosas, originales y creativas.

Empoderamiento: libertad y responsabilidad

En este nuevo entorno, los jóvenes reclaman más y más que sus voces sean escuchadas en el mundo digital y para ello, es importante empoderarles, darles acceso a herramientas que les permitan informarse, participar y tomar decisiones sobre asuntos que, a corto o a largo plazo, tendrán un impacto en sus vidas. Los jóvenes, además, pueden ser unos estupendos agentes activos para el desarrollo y el cambio, porque son a la vez aprendices y desarrolladores de medios digitales. Crean sus propios blogs, sus perfiles o páginas en plataformas sociales, sus canales de televisión on line… y en ellos comparten información, inquietudes y opiniones, con jóvenes que les siguen y les apoyan, creando comunidades.

Pero este empoderamiento también lleva consigo una gran responsabilidad. Por mi trayectoria profesional y por el hecho de tener también una ahijada adolescente muy cercana, siempre he tenido un especial interés por cómo se comportan los jóvenes en Internet: cómo desarrollan su reputación personal y qué ocurre cuando se enfrentan a un problema. Es muy importante que no estén solos, debemos acompañarles en el camino.

Para conseguir ese empoderamiento es necesario ofrecerles, en primer lugar, protección, con herramientas para que puedan controlar su privacidad. Y en segundo lugar educación, para que usen Internet y las plataformas sociales de forma responsable. Y añadiría como tercera la colaboración, ya que para que los jóvenes puedan generar y compartir contenido de forma segura, es necesario un esfuerzo coordinado que implique a padres, centros de enseñanza, empresas, instituciones…. Entre todos, necesitamos fomentar una cultura de la seguridad y la responsabilidad en Internet.

Internet y redes sociales en los planes de estudio

Hoy día, por suerte, son muchas las universidades y los centros educativos los que ya integran el uso de Internet y las plataformas sociales en los planes de estudio. En los proyectos educativos que tenemos en marcha, cuando charlamos con profesores, muchos nos hablan de su búsqueda de fórmulas para adaptarse a los nuevos estilos de aprendizaje de sus alumnos y de sus ganas por aprender a integrar las plataformas sociales en el día a día, porque saben que es un entorno que los jóvenes utilizan, que van a seguir utilizando en el futuro y que les puede motivar a la hora de aprender.

La seguridad on line debería ser una conversación continua en el aula. Es bueno hablar y debatir sobre ello, de forma que los alumnos sean capaces de tomar decisiones inteligentes y responsables. Ofrecer a los jóvenes un acceso guiado a las plataformas digitales les proporciona las habilidades básicas y esenciales que les permiten saber navegar en el mundo on line y ser ciudadanos digitales totalmente preparados para afrontar este reto.

Por otro lado, el hecho de que en el entorno educativo se utilicen las plataformas sociales puede ayudar a cerrar la brecha generacional, ya que los propios profesores, tengan la edad que tengan, deben ponerse al día en materia digital, para poder a su vez enseñar y guiar a los jóvenes en ese nuevo entorno en el que se mueven. Y eso es algo que a los adultos les aporta también nuevos conocimientos y les ayuda a entender mejor a las nuevas generaciones.

Precisamente llevamos a cabo recientemente un proyecto en el que trabajamos con dos generaciones: jóvenes de entre 14 y 16 años y también seniors. Los dos utilizaron Facebook para compartir experiencias y conocimientos. El resultado fue muy positivo, ya que los jóvenes pudieron experimentar con la plataforma social como una herramienta educativa diferente a la que estaban acostumbrados y los mayores tuvieron la oportunidad de compartir sus experiencias y nutrirse también de la visión novedosa de un grupo de jóvenes que han crecido en un mundo diferente al suyo, dominado por la tecnología.

Siempre recomendamos a los adultos hablar con los jóvenes abiertamente y sin miedo de Internet y de las plataformas sociales. Estamos convencidos de que una buena comunicación entre padres, hijos y profesores sobre el uso correcto de la tecnología es clave para asegurar un empoderamiento de los jóvenes adecuado, en un entorno seguro y de respeto.

Artículo extraído del nº 107 de la revista en papel Telos

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Natalia Bastarrechea

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