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Una visión integral para acelerar la innovación urbana, un camino a recorrer


Por Pilar Conesa

Hace años que las smart cities están ocupando un espacio cada vez más relevante en las agendas tanto de la esfera pública y social como del sector privado. A la complejidad inherente del ámbito de las smart cities, se suma un debate fascinante sobre su carácter poliédrico y transversal en el desarrollo urbano, así como sobre su capacidad de aceleración de la innovación ante los retos contemporáneos de las ciudades.

Surgimiento de las smart cities en un mundo urbano

En las últimas seis décadas del siglo XX, la población mundial se fue concentrando progresivamente en los núcleos urbanos, fenómeno que en los países en vías de desarrollo se está produciendo más recientemente de forma drástica y acelerada. Según las previsiones de Naciones Unidas, en cuarenta años la población urbana mundial se doblará, pasando de 3.400 millones en 2009 a 6.400 en 2050. El rol de las ciudades será decisivo para dar respuesta a los grandes retos del siglo XXI: el cambio climático, la equidad social, la sostenibilidad y la demanda de mayor participación ciudadana.

El concepto smart city surge como nuevo paradigma para dar respuesta a estos retos y se inscribe en la capacidad que siempre han tenido las ciudades para reinventarse e innovar. Las smart cities suponen un gran paso adelante, englobando de forma holística diversos conceptos que marcaron la última etapa del siglo XX con el objetivo de mejorar la vida de las personas, como son los conceptos de ciudades sostenibles, creativas o abiertas y participativas.

Irrupción tecnológica y evolución del modelo de smart city

La irrupción de las nuevas tecnologías, encabezadas por la tecnología móvil y el Internet de las cosas (IoT) han supuesto un gran impacto sobre el espacio físico urbano, su gestión y las formas de relacionarnos. En palabras de Carlo Ratti, Director del MIT Senseable City Lab, «Las formas de recolectar información sobre la ciudad están cambiando nuestra forma de entenderla[1]» .

Con todo, cabe destacar que la intersección entre tecnología, innovación y ciudad no es nueva. El propio surgimiento y desarrollo de las ciudades se gestó en estrecha relación con ella y tradicionalmente ha sido motivo de cambios en su morfología y condiciones de vida.

En el paradigma smart city aparece un punto de inflexión en la evolución de las ciudades, dado el potencial enorme de las nuevas tecnologías para acelerar y proponer nuevas posibilidades de innovación urbana, al mismo tiempo que se aplica una visión integral y holística sobre las diferentes dimensiones del desarrollo urbano. Este es un factor claramente diferenciador de las smart cities: que requiere disponer de plataformas tecnológicas urbanas, así como liderar un cambio cultural de compartir visión e información en el seno de las organizaciones públicas.

La fuerza de esta irrupción tecnológica marcó los inicios de las propuestas de smart cities. Tal como Boyd Cohen menciona en su artículo ‘The 3 Generations of Smart Cities'[2] (2015) , ha habido una evolución del concepto desde aquella primera visión centrada en las soluciones tecnológicas, que dio lugar en ocasiones a una falta de atención a dinámicas urbanas clave sobre las condiciones específicas de cada entorno o la formas en las que ciudad y ciudadanía interactúan.

Si bien las mismas soluciones tecnológicas pueden y deben replicarse en distintas ciudades para conseguir sinergias y eficiencia, los retos, problemáticas y contexto de ciudades como Nueva Delhi, Ciudad de México, Casablanca, Nueva York o Barcelona son diferentes. Por ello, las estrategias de smart cities deben esforzarse por establecer una hoja de ruta adecuada y específica para cada ciudad. Por otra parte, aunque el modelo ha evolucionado, se trata todavía de propuestas con una clara orientación top-down.

Innovación urbana e inteligencia colectiva

En los últimos años asistimos al auge de propuestas y ciudades que promueven la innovación urbana como eje transformador de cambios culturales y de modelos de gestión participativos y colaborativos.

Un elemento fundamental en las smart cities es su potencial para impulsar nuevas formas de gobernanza. La disponibilidad y acceso a múltiples fuentes de información, la conectividad y la multiplicación de las formas de comunicación permiten nuevas formas de actuación en el espacio urbano y de relación entre los actores.

El papel protagonista de la ciudadanía en ese nuevo modelo de relaciones es esencial para el desarrollo de ciudades inteligentes orientadas al servicio de las personas. Ciudades como Medellín, Ciudad de México, Boston, Copenhague o Barcelona están impulsando programas en los que el ciudadano empoderado juega un papel central, tanto en el diseño como en la gestión y proceso de toma de decisiones. Aníbal Gaviria, ex alcalde de la ciudad de Medellín ilustra esta idea de la siguiente manera: «La mayor inteligencia está en enfocarnos como sociedades y ciudadanos […] desarrollando el concepto más allá de la mitificación de la tecnología, es decir, poniendo al ser humano y a la transformación cultural en el centro. En otras palabras, ciudades inteligentes construidas por ciudadanos y sociedades inteligentes[3]» .

Algunas iniciativas

Existe una gran diversidad de iniciativas en esta dirección, tanto desde las instituciones como desde propuestas bottom-up de movimientos ciudadanos, con diferente escala e impacto. Todas ellas suponen un incremento en la capacidad ciudadana de influir, decidir y contribuir al desarrollo y gestión de la ciudad. Los ejemplos son diversos y encontramos iniciativas de ciudad compartida, sharing cities, que incluyen plataformas de intercambio de conocimiento y recursos P2P entre ciudadanos agentes sociales entre sí y/o con las instituciones. La ciudad de Seúl, por ejemplo, se declaró en 2012 oficialmente como sharing city, con un plan para desarrollar proyectos compartidos con diferentes actores[4].

Por su parte el paradigma de los urban commons ha ganado fuerza, ofreciendo una alternativa a la gestión y gobernanza de los bienes y servicios públicos, «mediante el uso compartido de los recursos que pertenecen a la comunidad, sobre los cuales todos los actores tienen igual interés», con la orientación de considerar la ciudad en su conjunto como un ‘común’ (The City as a Common`[5]) . Ciudades italianas como Bolonia han desarrollado regulaciones específicas al respecto y son un referente en el desarrollo de relaciones cooperativas con la ciudadanía para el cuidado y regeneración de los ‘comunes urbanos’.

Un último ejemplo relacionado con los cambios culturales que está ganando fuerza en el ámbito de las smart cities ha sido la irrupción de la economía circular. Esta promueve un modelo social y económico basado en el reciclaje y la optimización del uso eficiente de los recursos o productos durante todo su ciclo de vida, aumentando su valor y reduciendo su impacto medioambiental y la generación de residuos. La próxima edición del Smart City Expo World Congress[6] , evento de referencia internacional, incorpora un foro paralelo dedicado a la economía circular.

En busca de modelos más sostenibles

Por último, el liderazgo público es de gran importancia para desarrollar la hoja de ruta que facilite un ecosistema de innovación de empresas, universidades y sociedad y que impulse la participación y cocreación ciudadana. En este sentido, desde mi punto de vista, el modelo de las smart cities está totalmente en línea con la idea del WeGovernment, modelo que culmina la evolución del e-Government en relación a la prestación de servicios y del Open Government respecto una mayor transparencia y apertura de datos.

El WeGovernment expresa y contiene el paso de considerar al ciudadano de cliente o consumidor a considerarlo un partner, empoderándolo de modo que tenga un papel más activo en el funcionamiento del gobierno de la ciudad. Se trata de un modelo de relaciones más horizontal y menos jerárquico, basado en la inteligencia colectiva, la colaboración y la cooperación entre los actores. En definitiva, gobernar con y para la ciudadanía.

El debate actual en torno a las posibilidades e implementación de las smart cities es una muestra de su vitalidad. Las smart cities parten de una necesidad de cambio hacia modelos más sostenibles. Responden a una realidad que ya está aquí -como muestran la diversidad de movimientos e iniciativas que se están dando en el mundo- y está cambiando nuestra relación con la ciudad. Debemos mirar a las smart cities como un camino a recorrer entre todos para alcanzar ciudades más eficientes y sostenibles, pero también más inclusivas y con mejor calidad de vida.

Notas

[1] Entrevista a Carlo Ratti. Véase: Zafra, E. (2013, 5 de septiembre). Smart Cities, lo que de verdad importa. MIT Technology Review [en línea]. Disponible en: https://www.technologyreview.es/informatica/43773/smart-cities-lo-que-de-verdad-importa/

[2] Cohen, B. (2015, 8 de octubre). The 3 Generations of Smart Cities. Co.Exist [en línea]. Disponible en: https://www.fastcoexist.com/3047795/the-3-generations-of-smart-cities

[3] Entrevista a Aníbal Gaviria. Véase: Ruiz, R. (2016, 18 de junio). El espacio público es el lugar donde se rompen las desigualdades. El Diario Montañés [en línea]. Disponible en: http://www.eldiariomontanes.es/culturas/201606/18/espacio-publico-lugar-donde-20160618000331-v.html

[4] Véase: http://english.seoul.go.kr/policy-information/key-policies/city-initiatives/1-sharing-city/

[5] Véase: Foster, S. e Iaione, C. (2016). The City as a Commons. Yale Law & Policy Review [en línea] 34(2). Disponible en: http://digitalcommons.law.yale.edu/ylpr/vol34/iss2/2/

[6] Véase: http://www.smartcityexpo.com/en/

Artículo extraído del nº 105 de la revista en papel Telos

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