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Cuestiones urgentes. Escribir desde la extrañeza


Por Francisco Cruces

portada

El mundo entero como lugar extraño

Néstor García Canclini

Barcelona: Gedisa, 2015, 141 p.

ISBN: 978-84-9784-842-8

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Néstor García Canclini es uno de los científicos sociales del ámbito hispano que más lectores convoca. Esto es así por varias razones. La primera es una larga trayectoria de títulos, que comenzó a finales de la década de 1970 con textos como Sociología del Arte y Las culturas populares bajo el capitalismo; continuó con Culturas híbridas, Consumidores y ciudadanos y La globalización imaginada y llega hasta la actualidad con trabajos como Latinoamericanos buscando lugar en este siglo y La sociedad sin relato. Semejante serie, que abarca antropología y estética, jóvenes e industrias culturales, desarrollo urbano, políticas de comunicación, arte y literatura, da cuenta de la ambiciosa extensión de los intereses de García Canclini. Habla también de su capacidad como escritor para abordar dichos temas en términos que enganchan al lector más allá de los corsés disciplinarios impuestos por el ejercicio académico.

La escritura de Néstor invocó desde sus inicios unas Ciencias Sociales híbridas, con menos muros. Y ha contribuido ella misma a armar cruces y romper fronteras. En lugar de guardar las esencias de una teoría o un método, gusta de moverse en los intersticios. Discurre en las relaciones insospechadas entre discursos y saberes, más que en las acotaciones que los compartimentan. Se abre a lo nuevo, se interroga sobre su significado y lo utiliza para cuestionar el estado de nuestras certezas. Eso hace a esta escritura porosa a los fenómenos emergentes; interesante para pensar la contemporaneidad; sensible a esos matices de sentido con los que el paso del tiempo trastoca estructuras, instituciones e ideas. Es una antropología en sintonía con la condición de época.

La importancia de las preguntas

El mundo entero como lugar extraño contiene tales virtudes. De extensión breve, está escrito en un estilo ensayístico, personal y directo. Aborda una miscelánea de cuestiones urgentes, desde las mutaciones de la lectura hasta la descomposición social de los ‘Estados fallidos’; desde la convergencia tecnológica hasta la crisis teórica de las Ciencias Sociales; desde los nuevos estilos juveniles de creación cultural hasta el sentido último de la literatura. En el centro de esa miscelánea aparece la cuestión de la extranjería, la cual viene a dar título al conjunto, evocando poéticamente una cita de Merleau-Ponty.

Dos hilos entretejen el conjunto. El primero es la propia presencia de la subjetividad del autor, su inquietud genuina ante los asuntos que le preocupan y que tienen su centro en la conflictividad tardomoderna del nuevo espacio público: «¿Cómo pensar, desde lo que sabemos sobre industrias culturales y cultura popular, las exclusiones crecientes, la agravada explotación económica y el descreimiento hacia los políticos? Lo que veníamos conociendo en los estudios sobre cultura, pese a que crecieron en las últimas décadas, parece equivocado o insuficiente ante el avance de la informalidad y la destrucción empresarial de derechos con la colaboración de los gobiernos, la complicidad de los partidos y la impotencia de la llamada sociedad civil. Los estudios sobre la precariedad de los jóvenes -más educados y más desempleados que las generaciones mayores- trazan un futuro sombrío que no sabemos cómo evitar. ¿Quién puede dar una conferencia con certezas magistrales?» (p. 11). La originalidad del planteamiento no está en ese pesimista telón de fondo, en el que se entreveran crisis de representación, legitimidades culturales cambiantes y desgaste de certidumbres políticas y epistemológicas. Está en la insistencia de García Canclini en la importancia de las preguntas; de perseguirlas y formularlas adecuadamente; de dejar que sea la realidad misma la que interrogue a la teorización social, y no al revés:«Lo principal que buscamos ahora [escribe] no son las respuestas» (p. 11). Lo cual incluye una disposición ascética a aceptar vivir ‘a la intemperie’, en un mundo donde muchas certezas se disolvieron y la condición de extraño se generalizó.

Experimentación formal

Entre los argumentos del libro destaca por consiguiente el dedicado a la condición de extranjero en una sociedad global. Cruzar los procesos de digitalización en curso con la hipermovilidad geográfica contemporánea suscita la pregunta siguiente: «¿Qué significa habitar un mundo interconectado digitalmente donde cada vez es más difícil ser extranjero?» (p. 47). La respuesta exige comparar condiciones diversas, como la del exiliado, la del migrante y la del artista cosmopolita, así como las producidas por otros dislocamientos más sutiles de nuestra época -como el paso de lo analógico a lo digital- que llevan a algunos a sentirse ‘extranjeros en su propia casa’. Al tiempo que se amplían los horizontes, se desdibujan las fronteras sociales y culturales que nos daban certezas.

El segundo hilo conductor del conjunto es estilístico. Según explicó el propio autor durante la presentación de este libro en Madrid (véase: http://medialab-prado.es/article/mundo-lugar-extrano-canclini), hay en él una voluntad expresa de experimentación formal. Los diversos capítulos alternan el diálogo, el tono ensayístico, la documentación empírica y la ficción, en torno a la recreación de varios personajes que construyen una imagen, podríamos decir, autoirónica del mundo académico, y en particular de sus congresos entendidos como rituales. En ellos aparecen entremezclados autores y debates tanto ficcionales como no ficcionales, que el lector se verá emplazado a adivinar entre bromas y veras. Este tono juguetón con los límites de diversos géneros está circularmente fundamentado, a la manera borgiana, en el propio libro, por ejemplo cuando un trasunto de Bruno Latour salta a las páginas para argumentar en favor de una noción constructivista de la descripción (p. 104), o cuando el propio García Canclini aparece in absentia, citado en las palabras de un doctorando que estudia conferencias magistrales.

Personalmente, el capítulo del libro que más disfruté es ‘Por qué existe literatura y no más bien nada’. A partir de ideas de Heinich sobre la desmaterialización del arte contemporáneo y de Vila-Matas sobre los ‘escritores del No’, García Canclini apunta la necesidad de explorar el sentido social de los vínculos de la literatura con la nada, lo que él llama «una lectura sociológica del vacío». ¿No resulta chocante este énfasis? Más que en la producción de sentido -o junto a ella- ¿conviene centrarse en la negatividad de las ausencias, vacilaciones y vacíos que marcan toda obra? La idea no es, empero, nihilista; García Canclini la justifica desde el concepto de inminencia, caracterizando el proceso estético como trabajo con «lo que se insinúa sin llegar a nombrar […] un modo de hacer que trabaja en la zona de lo indeciso, lo irresuelto, lo que aún es posible [De ahí que] hacer arte o escribir es algo que sucede cuando se evitan declaraciones absolutas y también cuando el creador no se abandona de modo total al vértigo de la nada. Se llega a ser artista y escritor aprendiendo a tratar con lo que es como si pudiera no ser y con lo que no es como si pudiera llegar a ser» (pp. 76-77).

Encuentro ahí la razón última de que García Canclini conserve a sus lectores: nombra y da forma a lo que a muchos nos parecía solo inminente.

Artículo extraído del nº 102 de la revista en papel Telos

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