I
Innovación, aprendizaje, creatividad


Por William Dias Braga

Los cambios sociales que se han producido en el conjunto de las sociedades occidentales con el proceso de la reestructuración productiva y la búsqueda de nuevas formas de producción y organización de trabajo han sido muy profundos y han afectado intensamente al mercado laboral, con el aumento del desempleo, la precariedad de las condiciones y relaciones de trabajo, la reducción del trabajo industrial, la reducción de los obreros asalariados o el aumento del trabajo informal, precario y temporal.

Sin embargo, en la década de 1990 la reorganización productiva adquirió una nueva dimensión con la apertura comercial y financiera, las políticas neoliberales y la necesidad de una reestructuración para competir en el mercado global y cambios de postura en los países desarrollados que se están reflejando también en la agenda brasileña de política de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI), con todas las limitaciones inherentes a la posición del Brasil en la división internacional del trabajo.

Del proyecto identitario del trabajador brasileño a la innovación a través de la cultura

Si el primer hito de esos cambios fue la elaboración, en la primera mitad de la década de 1990, del proyecto identitario del trabajador brasileño, con énfasis en la capacidad de adquirir y usar las nuevas tecnologías y equipos, el segundo hito, una década después, fue la creación de un ambiente institucional neo-schumpeteriano, con el énfasis en las capacidades de aprender e innovar. En esta etapa, el Estado, organizado comercialmente, privilegia el capitalismo industrial, la propiedad privada, la división del trabajo y la libre competencia a través de la política pública de Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+i) para la regulación social y la acumulación de riqueza, con la manipulación cognoscitiva del concepto de innovación técnica y de la política necesaria para su consecución, las cuales son consideradas vitales para la productividad y la competitividad.

Veinte años más tarde, el tercer hito -fruto de los dos primeros- es la promoción de la innovación a través del campo cultural, que ahora se convierte en el propio escaparate de la creatividad. La innovación técnica -el mantra de la Nueva Economía- es, así, asumida como un fin en sí misma y como la solución presumida -pero no probable- de los problemas estructurales complejos. Como consecuencia, en nombre de la innovación se han legitimado propuestas conservadoras y homogeneizado políticas y prácticas y se ha promovido la repetición de propuestas que no consideran la diversidad de los contextos sociales y culturales, con el traslado acrítico de modelos institucionales, originalmente propuestos por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) y la Unión Europea (UE), con el apoyo y estímulo del Banco Mundial[1].

El diseño general de la nueva estructura propuesta nace en el gobierno de Fernando Henrique Cardoso y se consolida en Brasil en 2004 bajo el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, con la aprobación de la Ley de Innovación[2], el lanzamiento de las Alianzas Público-Privadas (APPs)[3] y la edición brasileña del Manual de Oslo[4], que se ha tenido como modelo metodológico para que los gobiernos puedan jugar su papel en la promoción de la innovación en toda la economía.

Este cuadro se profundiza aún más en 2011, con el impulso de la Secretaría de la Economía Creativa[5], vinculada al Ministerio de la Cultura, para el implemento de políticas públicas para un desarrollo basado en la inclusión social, la sostenibilidad y la innovación; y con el lanzamiento del Plan Brasil Mayor[6], de la misma época; una política industrial, tecnológica y de comercio exterior del gobierno Dilma Rousseff que tiene como foco la innovación, la competitividad y la productividad del trabajo creativo del sector productivo.

De esta manera, la ideología modernizante viene siendo la perpetua planteadora de propuestas para el incremento del metabolismo social del capital, con altos niveles de competencia y la necesidad creciente de constitución de una esfera pública que promueva las innovaciones organizacionales, gerenciales y técnicas ante los cambios estructurales necesarios (la difusión de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), la educación y la internacionalización), para la definitiva transición de una sociedad industrial basada en la producción a la Sociedad de la Información y el Conocimiento (SCI) apoyada en una economía de servicios y a la consecuente consolidación de ‘la Nueva Economía’.

Logomaquia y colonización del discurso por la economía

Los organismos responsables de la promoción del espíritu empresarial y la innovación en Brasil han tratado de reducir las barreras y dificultades de la difusión de las innovaciones con el apoyo de los medios de comunicación de masas para promover los ideales de la iniciativa empresarial y la innovación. Los medios de comunicación han sido utilizados para la promoción del consenso y de la movilidad ideológica, lo que contribuye a la educación de las clases trabajadoras y a la construcción de la hegemonía cultural de la clase dominante.

A pesar de las marcas enunciativas y de los efectos de sentido acarreados, la colonización del discurso por la economía y por la necesidad de la innovación técnica -presumida por la materialidad empírica de las investigaciones en el área- hace parecer que los ciudadanos se ajustan al ideario de la innovación, de la creatividad, de la competitividad, de la ‘emprendeduría’, de la intensificación del trabajo, de la productividad y de la salida única para los problemas sociales -la privatización de todo lo que es considerado anticuado, atrasado y obsoleto-, que recalca, como regla, una privación material o inmaterial.

Los discursos en oferta siempre remiten a un sinnúmero de efectos de sentido -el bienestar social, la movilidad social, la integración social y la inclusión-, articulados de tal manera que tornan evidente e inequívoco que las demandas por la producción de conocimiento e innovación técnica -bajo los velos de la ilusión de los discursos de asociación, trabajo en equipo, cooperación, calidad, productividad, competitividad, eficacia técnica, flexibilidad, ciudades creativas, aprendizaje, conocimiento, información, calificación profesional, creatividad, entrenamiento productivo, presumida capacitación innovadora, etc.- son, en un último análisis, ‘una voluntad política consciente inalienable’ de todos los actores sociales que deben promover los esfuerzos necesarios para la presumida generación endógena de tecnologías, cuando lo que está en juego es el desmantelamiento del sistema de CTI a través de la subsunción a las políticas -nada públicas- de I+D+i, para que los trabajadores puedan responder con sus propias iniciativas a las exigencias de un sistema cada vez más restringido y competitivo.

Nosotros, en Brasil, pese a no sufrir una recesión como la europea, nos hemos propuesto un proyecto similar al europeo, que juega un papel fundamental para el crecimiento si se considera que actúa directamente sobre la productividad y puede contribuir de manera decisiva para el desarrollo sostenible.

En el caso brasileño hemos repetido y reiterado los argumentos de que la economía mundial está experimentando un período de intensa dinámica tecnológica y de fuerte incremento de la competencia; que el progreso tecnológico y la competencia internacional comienzan a exigir una mayor inversión en Ciencia, Tecnología e Innovación; que las actividades en este campo se han convertido en herramientas clave para el desarrollo, el crecimiento económico, la generación de empleo e ingresos cualificados y, finalmente, la democratización de las oportunidades, toda vez que el ambiente generado por la Sociedad del Conocimiento nos presenta desafíos permanentes relacionados con la globalización y la internacionalización de la sociedad en que vivimos.

Sin embargo, no hemos sido ajenos a la importancia concedida a la Ciencia, Tecnología e Innovación como importantes motores de la transformación económica y social. En los documentos oficiales[7] se propone un objetivo estratégico para el país: promover el progreso tecnológico, científico e innovador sobre la base de una política de reducción de las desigualdades regionales y sociales, la explotación sostenible de las riquezas del país y el fortalecimiento de la industria, agregando valor a la producción y exportación a través de la innovación y el fortalecimiento del papel de liderazgo en la ciencia y la tecnología internacionales (incluyendo todo aquello relacionado con royalties).

La búsqueda de nuevas posibilidades de transformar el conocimiento en innovación, y en la riqueza por tanto, involucra ahora a muchos actores en Brasil, y esta tarea se plantea no sólo a los gobiernos sino al conjunto de la sociedad, representada por las universidades e instituciones de investigación, por las entidades del sector empresarial, por las categorías profesionales y las entidades del tercer sector, entre otros. En general, se forjó un consenso de que algunos aspectos requieren atención especial en el área de la innovación empresarial: los recursos humanos, el espíritu empresarial, la gestión de la innovación y la interacción con los resultados de la investigación científica y la tecnología.

Para el gobierno brasileño, la competitividad debe estar cada vez más basada en las ventajas tecnológicas, la calidad de sus productos y servicios y la productividad de los trabajadores, con el apoyo de las esferas de la educación y comunicación para la formación de ‘profesionales versátiles y creativos’ y para estimular la iniciativa empresarial innovadora.

La educación no formal adquiere especial importancia para la formación permanente de las personas y el incremento del interés colectivo por Ciencia, Tecnología e Innovación. Se lleva a cabo a través de instrumentos tales como los medios de comunicación, el espacio y las actividades científicas y culturales y la extensión universitaria y la educación a distancia y contribuye a la propagación de conceptos tales como las industrias creativas, la cultura y la economía del desarrollo sostenible, argumentos que presumiblemente atraen la atención de la sociedad en general.

La esfera de la difusión de la innovación ahora trasciende los límites de las empresas y organizaciones privadas e invade la escena pública con el apoyo de las industrias culturales, que pasan a asumir la responsabilidad de promoción de los ideales de la innovación, la emprendeduría y la creatividad, ampliando así los horizontes de la tarea histórica de los medios de comunicación social, que se lleva a cabo mediante la colaboración en el diseño del proyecto de la acumulación de la riqueza, la creación de una ideología de la ‘modernización’ y la instrucción de las clases trabajadoras, con la producción de un importante consenso colectivo para la construcción de la hegemonía cultural de la clase dominante.

El devenir histórico: el futuro por vivir

Vivimos en una sociedad en la que las condiciones mínimas de supervivencia son negadas a la mayoría, en que la producción de escasez y las desigualdades sociales son enormes; vivimos en un orden social en el cual los ciudadanos son separados del verdadero conocimiento y de los debates sobre la utilidad y el sentido de la aplicación de la técnica y de la ciencia. El objetivo de la ciencia y de la tecnología en el sistema capitalista parece ser el de librar al hombre del trabajo y, entonces, condenarlo al desempleo, con la endogeneización de la cultura de los países desarrollados. ¿Pero para qué proyecto de sociedad?

La ciencia es, de hecho, una parte del sistema sociopolítico de las naciones industrialmente desarrolladas y los resultados de la CTI son aplicados en la promoción de este modelo de sociedad, en su propio beneficio. Lo que hay que tener en cuenta es que la emancipación humana es el primer objetivo de los que luchan contra la sociedad mercantil, la alienación y la intolerancia. Por consiguiente, no es justificable el privilegio de mantener fuera del proceso democrático la toma de decisiones sobre aspectos que influencian de manera decisiva e irreversible la vida de los ciudadanos. Así, es necesario devolver a las ciencias, a las técnicas y a los conocimientos sus espesores históricos, políticos y culturales, para examinar sus implicaciones, sus impactos y sus posibilidades frente a la demanda urgente de promover el control democrático de la esfera pública, para potenciar la calidad de vida y la satisfacción de las reales necesidades humanas.

Notas

[1] Véase:http://www.planejamento.gov.br/secretarias/upload/Arquivos/seain/Conhecimento_Inovacao_Competitividade.pdf

[2] Véase: http://www.planalto.gov.br/ccivil_03/_ato2004-2006/2004/lei/l10.973.htm

[3] Véase: http://www.planalto.gov.br/ccivil_03/_ato2004-2006/2004/lei/l11079.htm

[4] Véase: http://download.finep.gov.br/imprensa/manual_de_oslo.pdf

[5] Véase: http://www.cultura.gov.br/site/wp-content/uploads/2011/09/Plano-da-Secretaria-da-Economia-Criativa.pdf

[6] Véase: http://www.brasilmaior.mdic.gov.br/wp-content/uploads/cartilha_brasilmaior.pdf

[7] Véase: http://www.cgee.org.br/publicacoes/livroazul.php,
http://www.cgee.org.br/arquivos/livro_branco_cti.pdf,
http://www3.pucrs.br/pucrs/files/adm/prppg/plano_2007-2010.pdf,
http://livroaberto.ibict.br/bitstream/1/434/1/livroverde.pdf,
http://www.finep.gov.br/fundos_setoriais/verde_amarelo/documentos/ct-fva02apoio_empreend.pdf

Artículo extraído del nº 95 de la revista en papel Telos

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