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Posibilidades de integración en el sistema europeo


Por Natalia Chaplina

El nuevo auge de los medios regionales, la acelerada inflación de costes, las tentaciones de censura del poder, componen un panorama periodístico complejo y difícil en Rusia, cuya homologación e integración occidental llevará tiempo.

Los cambios en la prensa de la Unión Soviética comienzan después de aprobar el Soviet Supremo de la URSS la Ley de Prensa, que facilitó la aparición de numerosas publicaciones de carácter político, social, profesional, y divulgativo. Estas publicaciones se diferenciaban por su contenido, y por su orientación política según a quién pertenecieran.

Al tiempo que existían órganos de prensa estatal surgieron múltiples publicaciones pertenecientes a asociaciones públicas y a personas privadas. Muchas de estas publicaciones no pudieron sobrevivir a la competencia y desaparecieron al poco tiempo. Otras, por el contrario, se fortalecieron y adquirieron notable popularidad, por ejemplo, el periódico Comerciante o la Agencia de Noticias Interfax.

Con la aplicación de la Ley de Prensa, prácticamente desaparece el monopolio del PCUS en el campo de los medios de comunicación. A partir de este momento, la prensa se divide en prensa ligada a formaciones políticas y en prensa democrática. Esto ocurría no sólo a nivel del Estado, donde luchaban por imponer su influencia sobre la mente del ciudadano, el órgano del Comité Central del PCUS Pravda y Rusia Soviética por un lado, y por el otro la prensa democrática como Novedades de Moscú, Gaceta Independiente, El Comsomol de Moscú y Argumentos y Hechos. Esta misma situación se repetía también a nivel provincial en todo el Estado. De este modo, hacia agosto de 1991 el mercado informativo se nutre de numerosas publicaciones como periódicos, revistas, emisoras de radio de diversas orientaciones, incluído el canal de televisión Rusia en contraposición a la televisión oficial.

Después del frustrado intento del golpe de estado en agosto de 1991 comienza una nueva etapa en el desarrollo de los medios de comunicación en todo el territorio de la antigua URSS. Desaparece el monopolio político y económico del PCUS en los medios de comunicación, y cambia la imagen de los periódicos tradicionales. Así, Izvestia de ser un órgano oficial, pasa a propiedad de los trabajadores. Asimismo, cambian de propietario otras publicaciones a nivel regional que antes controlaba el partido. Al mismo tiempo, políticamente, la prensa se ha diversificado ampliamente. Así, el periódico de la extrema derecha Día está en abierta oposición a Yeltsin y a su gobierno, considerándose el órgano de la oposición espiritual.

Esta misma postura la comparten los periódicos Pravda, Rusia Soviética, el programa informativo televisivo SP-b y 600 Segundos. Han aparecido publicaciones como la del Partido Democrático de Nikolay Travkin y la del Partido de Economía Libre de Borovoy. Publicaciones que surgieron como apartidistas, con el tiempo se están posicionando cada vez de una manera más clara.
Sólo en 1991, en Rusia han sido registradas como nuevas 1.700 ediciones. En total se estima que hay cerca de 25.000 periódicos y revistas.

En la segunda mitad de 1992 se observa una nueva tendencia: la pérdida de influencia de los periódicos editados en el centro del país, o sea, en Moscú, a favor del auge de los mas-media regionales. El espacio informativo unificado de la URSS se destruye con la desaparición de la misma. Las ex Repúblicas Soviéticas, hoy países independientes, no desean la penetración de los periódicos del centro en su mercado regional por representar, según ellos, opiniones de Rusia. A esto se añade la vertiginosa subida de precios, incluída la de los servicios de correo y distribución, lo que hace que enviar las ediciones centrales no sea rentable ni a la periferia ni fuera del país. Todo esto condiciona la imposibilidad de editar periódicos que sean leídos en todos los rincones de la CEI con ediciones multimillonarias de antaño que formaban e influian en la opinión pública.

En la propia Rusia nos encontramos con una situación parecida. En San Petersburgo se comprueba que para 1993 han descendido en 10 – 20 veces las subscripciones a los periódicos más populares como Argumentos y Hechos, Izvestia y Pravda del Komsomol. El alza de los precios de las subscripciones, el cansancio de la política, la necesidad de sobrevivir y un cambio de los intereses de la gente hacia su propia vida, trabajo y familia, han hecho que se haya obrado un cambio en los intereses y gustos de los lectores. La información sobre la vida política se está reactivando mayoritariamente a través de los programas de televisión. El interés de la información sobre los sucesos nacionales e internacionales se ha desplazado hacia los acontecimientos más cercanos de su propia ciudad, barrio donde transcurre su vida, y de la que depende su curso.

CRÍTICA SITUACIÓN ECONÓMICA

Se produce una selección a favor del periódico local. En el pasado, las familias se subscribían a 3-5 periódicos y revistas, en cambio hoy apenas se subscriben a 1-2 publicaciones. Creo que esta situación conducirá a reforzar el papel de las agencias de información y de análisis, que con sus productos pueden ayudar a las publicaciones locales a mantener un cierto nivel sobre asuntos generales para suplantar las publicaciones centrales de antaño.

La situación económica de los medios de comunicación es crítica hoy por hoy. Crecen vertiginosamente los precios del papel, de los servicios de impresión y de distribución. En octubre, una tonelada de papel costaba ya 21.000 rublos, los gastos de correos aumentaron 10 veces. El coste de impresión antes ocupaba el 25 por ciento de los gastos totales, ahora ha subido en 2-4 veces. Pero la prensa no puede unilateralmente subir los precios de sus publicaciones y de la publicidad. ¿Qué esperanza nos queda?. La de la ayuda del Gobierno Central. Por un decreto de Yeltsin algunas publicaciones reciben dotación económica. En marzo de 1992 recibían la ayuda de 124 publicaciones, en abril 300 publicaciones que perciben unos 250 millones de rublos. En realidad, esta suma de dinero pasa de un bolsillo del Estado al otro por la subida del precio del papel, impresión y difusión, ya que todos estos medios están en manos de las estructuras del Estado.

En esta nueva etapa de desarrollo es inevitable la muerte de muchas publicaciones, que no aguantarán la competencia económica. Sobrevivirán las publicaciones más populares, que transmiten una información de valor y atractivo para el público en general y por lo tanto para los anunciantes. Asímismo, sobrevivirán las publicaciones relacionadas con las nuevas estructuras comerciales, con negocios que apoyan los periódicos de una manera interesada.
No está muy claro el futuro de la multiple prensa de las empresas que tenían una tirada pequeña, de 1.000 a 3.000 ejemplares y que se financiaba por la empresa que controlaba su contenido. Muchas de estas publicaciones son clausuradas junto con sus empresas.

Aunque se escuchan últimamente lamentaciones por el cierre de periódicos locales que se editan también con pequeñas tiradas, algunos todavía sobreviven. A veces son apoyados por los poderes municipales y por algunos anunciantes después. El contenido de estos periódicos está muy cercano a las necesidades de la población. Un ejemplo lo constituye una población de 50.000 habitantes cerca de San Petersburgo donde se erigió una de las primeras centrales hidroeléctricas de la Rusia soviética y una fábrica de aluminio. Ahora esta localidad tiene tres periódicos con una tirada total de 20.000 ejemplares. Uno de estos periódicos Sin Secretos lo editan los mismos periodistas, y se ha convertido en el más popular y lucrativo. La última subida de precios puso al periódico al borde de la bancarrota y fue vendido por los periodistas a un comerciante local.

TENTACIONES DEL PODER

Durante largos años no tuvimos prensa libre. Al hallar la libertad de prensa, no solamente alcanzó unos niveles de transparencia (Glasnost) muy importantes, sino que también se volvió un tanto agresiva e intolerante, manifestando a veces la falta de buenos modales.

Ciertamente, no siempre los poderes admiten la crítica hecha con acritud e insolencia y tienden a aminorarla y controlarla en medios de comunicación centrales y locales. El problema de la prensa fue abordado en el último Congreso de Diputados Populares de Rusia y en el Soviet Supremo. El proyecto de decreto del Soviet Supremo sobre el periódico Izvestia y los Consejos de Administración de Televisión hizo que los periodistas de Moscú y de San Petersburgo se unieran para publicar conjuntamente una edición de Periódico Común _segunda edición_, cuya primera edición salió como respuesta en denuncia del intento de golpe de estado del 21 de agosto de 1991, reuniendo bajo el techo común a todas las publicaciones democráticas.

En el segundo número se analizaba, por distintos periodistas, el estado de las relaciones entre la prensa y el poder.
La lucha que se ha desarrollado en torno a Izvestia es un ejemplo de ello. Este periódico se permitió hacer una crítica fuerte al Spiker del Parlamento, Jasbulatov, que estaba bloqueando las decisiones sobre los principales aspectos de la reforma económica, como es el tema de la propiedad privada sobre la tierra. La respuesta del poder fue inmediata, cuestionando la propiedad de la imprenta del periódico.

Con unos argumentos jurídicos discutibles, el poder cuestionó la propiedad de la imprenta del periódico, presionando para conseguir un periódico más dócil y leal. El Presidente defendió el periódico y propuso organizar un complejo periodístico estatal Izvestia. En cualquier caso, gane la opinión del Presidente o la del Parlamento, ya nada será igual. El periódico perderá su independencia, se autocensurará y tratará con temor ciertos temas. «Si es difícil besar la mano que te castiga, más difícil es morder la mano que te alimenta».
El mismo cuadro observamos en las provincias rusas.

El poder coacciona. De nuevo, como los poderes comunistas, la prensa es culpada de todos los pecados como encender la llama de los prejuicios nacionalistas, exigir un mejor abastecimiento de víveres para las ciudades, falta de respeto a las autoridades. Evidentemente, a veces también la prensa se pasa en su hostigamiento y como resultado hay muchos procesos judiciales en curso, abiertos por particulares y organismos en defensa de su dignidad y buen nombre. Pero ésto es normal. Los culpables de estos hechos deberán responder ante la Ley. Lo anómalo es cuando el juicio y la ley son conculcados por la voluntad de un alto cargo público. En Tatarstan (Tataria) se ha llamado la atención oficialmente al redactor de uno de los periódicos más populares de la zona Kazán Vespertino con una tirada de 200.000 ejemplares/día que se edita en el idioma ruso, por traducir del tártaro y publicar el discurso de un diputado nacionalista del Parlamento local. O sea, que el hecho de dar a conocer a los ruso-parlantes de esta República su discurso constituye un afán de aumentar las tensiones nacionalistas.

El presidente de Tatarstan intentó dar curso a un decreto de cierre del periódico, pero la opinión pública y la prensa hicieron que el Comité de Vigilancia de la Constitución de la República lo rechazara.

UN LABORIOSO ESPACIO COMÚN

Con todo esto, la situación en Rusia no es la que era. Se sabe que en los otros países libres de la CEI las cosas no van tan bien. En Uzbekiestan existe todavía la censura oficial previa sobre la prensa, y es prácticamente imposible crear nuevas empresas de información que no coincidan con la orientación del poder actual. Hace poco fue secuestrada una edición de Argumentos y Hechos que hablaba sin el debido respeto sobre un líder uzbeko.

En Azerbaidzan las cosas están peor: el Ministro del Interior, personalmente, abofeteó a unos periodistas del periódico Espejo que publicaron opiniones contrarias a las suyas. Este ministro fue criticado cariñosamente y ascendido a un puesto más relevante.

Casi en todas las ex-repúblicas soviéticas la prensa actualmente se encuentra bajo fuertes presiones. La prensa jugó un papel determinante en la desaparición de la URSS denunciando a los líderes de las ex-repúblicas que se quedaban en el furgón de cola en el proceso de la democratización del país, intentando atrincherarse después del golpe de estado en los aparatos administrativos del Estado. En Moldavia se intentó anular las subscripciones de Pravda y Rusia Soviética editado en idioma ruso bajo la excusa de que estas publicaciones vertían opiniones tendenciosas contra el régimen actual.

Uzbekiestan intenta no permitir la distribución de Izvestia y Pravda del Komsomol. Ambos gobiernos no están de acuerdo con la televisión central en sus comentarios sobre los acontecimientos en ambos países y han anulado la posibilidad de poderla ver en sus respectivas repúblicas.
Evidentemente, en estas luchas participan los medios de comunicación de un país contra el otro, lo cual obliga también a participar a los periodistas. A veces, periodistas de una misma orientación política tienen que tomar parte en discusiones entre dos repúblicas, como es el caso del reparto de la propiedad de la ex Unión Soviética entre Rusia y Ucrania, o por temas fronterizos. La labor de obtener una información veraz y transparente en la mayoría de los casos está obstaculizada por los sentimientos nacionalistas.

Es de esperar que, tras la dolorosa autoafirmación de la independencia y soberanía de las ex repúblicas, surgirá una cooperación a niveles inferiores, como lo ha demostrado la reciente reunión de los líderes de las repúblicas de la CEI en Biskek que ha llevado a un acuerdo para la creación de un ente de radio-televisión internacional sobre la base de la Televisión Central-Ostánkino.
Por su parte, los periodistas intentaron ya, tras la desintegración de la Unión de Periodistas, organizar una Confederación libre de distintas uniones republicanas. Esta Confederación intenta formar un espacio común informativo sobre la base de numerosos colectivos de periodistas profesionales.

Si la Confederación logra sobrevivir a los envites políticos (la salida de la Unión de Periodistas de Ucrania por motivos políticos) podrá ser considerada como un paso importante en la integración de nuestra Confederación con las organizaciones.

La prensa puede jugar un importante papel en el proceso de integración de Rusia en el mundo occidental. Hacer proyectos en común para entendernos mejor. Esto puede ayudar considerablemente al proceso del cambio económico y político del sistema ruso y también a cambiar los valores, costumbres y mentalidad de los ciudadanos. Para todo ésto se necesita tiempo e información.
Existe en este campo una serie de proyectos que permitirán contrastar las mentalidades entre los pueblos. En este marco se inscribe el acuerdo entre el New York Times y el Novedades de Moscú. El periódico Izvestia y la corporación Herts editan conjuntamente un periódico que se llama Nosotros. En San Petesburgo, nuestro periódico Chas Pik ha intentado editar una revista de novedades con la revista italiana Expresso.

Hacia Occidente se orientan una serie de periódicos rusos, y de modo análogo existe un flujo de medios de comunicación hacia nosotros, que sin duda tiene buenas perspectivas si este proceso no se frena, y existe este peligro por el aumento de los precios de las suscripciones de los medios occidentales, especialmente revistas científicas, culturales y especializadas.
A pesar de la eliminación de muchas trabas burocráticas, el número de turistas y estudiantes, investigadores y profesionales en régimen de intercambio, se está reduciendo bruscamente. En nuestra opinión, los periodistas rusos están interesados no sólo en el intercambio de información, sino también de procedimientos profesionales.

En las nuevas condiciones económicas de Rusia es especialmente interesante la experiencia de los medios de comunicación social occidentales en el campo mercantil, marketing, publicidad, etc. La prensa de Rusia se encuentra, actualmente, en un proceso de transformación.

De cómo y qué dirección tome dependerá su propia supervivencia. Asimismo, de cómo se constituyan sus relaciones con el poder depende en mucho el destino de la democracia en este país, y también qué valores serán los preferentes para los ciudadanos. En suma, todo ello determinará con qué pueblo van a encontrarse los europeos frente a frente.

Traducción: Aurelio Martín

Artículo extraído del nº 32 de la revista en papel Telos

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